El pasaje de los discípulos de Emaús (Lucas 24) nos ayuda a descubrir por qué nos desanimamos en el caminar de la vida cristiana, y cómo la providencia misericordiosa de Dios nos ayuda en tales situaciones.
Aquellos discípulos eran verdaderos seguidores de Cristo y se habían entusiasmado con él. Le habían acompañado en su misión, quizás pasando por muchas dificultades.
Pero a partir sobre todo de la entrada en Jerusalén, el curso de los acontecimientos les parecía cada vez menos comprensibles. El acontecimiento de la Cruz les derrumbó todas sus expectativas. La muerte ignominiosa del calvario les parecía completamente absurda.
Una consecuencia trágica de su desengaño es que los lleva a aislarse, a dejar la comunidad y dispersarse, haciéndose así más débiles, y además presas del demonio.
Cristo sale a su encuentro y les hace ver que el plan de Dios es otro. La raíz del desánimo de ellos no son los hechos exteriores sino la pretensión de imponer su camino a Dios. Es una lección que no debemos olvidar.
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6 сен 2024
