Es la Penitencia el sacramento por el cual nuestros pecados, cometidos después del Bautismo, quedan borrados en virtud de la absolución del confesor. Los sacerdotes son a quienes Jesucristo dio el poder de perdonar los pecados cuando dijo: A quienes perdonareis los pecados, perdonados les son, y a quienes los retuviereis, retenidos quedan (Jn. 20,22). Es por eso que es muy importante el confesarse bien.
Cuando nos confesamos, y después al abandonar el tribunal de la Penitencia, cuando no nos dedicamos intensamente a la oración, volvemos a pecar, no queremos pecar, pero pecamos.
No queremos ofender al Señor, pero le ofendemos. Todavía hay en nuestro corazón concupiscencias que nos hacen tropezar, que aunque lo confesemos, limpiemos nuestro corazón, nos olvidamos de estar bien vigilantes, y nuestros propósitos, tienen que serlo de verdad, no un pensamiento que luego lo olvidamos.
Es por medio de este librito en que S. Alfonso nos guía para hacer una buena y correcta confesión de nuestros pecados. También podemos, y debemos,
ayudar a las Benditas Almas del Purgatorio, y nosotros podemos ayudar a esas almas en el Purgatorio como consuelo y compañía en ese lugar donde se ‘sufre’ purificación; y lo podemos hacer con nuestras oraciones de sufragio, en particular participando en la Santa Misa y también haciendo celebrar la Santa Misa por ellos, con obras de penitencia y caridad, con las Indulgencias, sacrificios, etc..
Recomendamos escuchar el siguiente audio de cómo ayudar a las benditas Almas del purgatorio:
• Si no lo lees te conde...
Dios les bendiga.
14 окт 2024