Los romanos lo llamaron Ana; los árabes, Wadi (Guadi) Ana. Hablamos de una maravilla natural que sirve de frontera en algunos tramos entre España y Portugal.
Hemos elegido un punto concreto de esta frontera, las villas de Sanlúcar de Guadiana (España) y Alcoutim (Portugal), dos municipios casi idénticos en su elegancia exterior de color blanco. Se sientan frente a frente en las riberas opuestas del río.
Alcoutim, villa, concejo del distrito de Faro, en el Algarbe (lo más occidental, según los árabes) portugués, dominado por la cresta que supone el Castelo Novo, construido en el siglo XVI, con su bandera rojiverde cimbreando gracias a los cariñosos suspiros que proceden de la otra orilla.
En el otra orilla, a tan sólo un vuelo de tirolina, brilla la luminosidad de Sanlúcar de Guadiana. El encalado de sus casas, sus intrincadas cuestas, el pequeño puerto fluvial, los cañaverales de las riberas, su coqueto litoral con una pequeña plaza con bancos, y sobre todo las encantadoras vistas del río y su hermana portuguesa, representan un espectáculo de singular belleza.
Su origen podemos encontrarlo en la ocupación árabe, ya que bajo el amparo del reino de Taifa de Niebla algunos musulmanes se asentaron sobre estas tierras.
Pero el núcleo de Sanlúcar de Guadiana se inicia en el siglo XIII, cuando Sancho II de Portugal conquista estas tierras a los musulmanes, las cuales serían en un principio de realengo. Desde el siglo XIV la historia de este municipio quedará unida al alfoz de Gibraleón. En 1435 Dª Isabel Guzmán de Ledesma le concede la merced de fundación y ordenanza como villa.
De 1640 a 1668 tiene lugar la Guerra de Independencia portuguesa. Durante este periodo de tiempo las guerras entre España y Portugal fueron continuas.
Dos países distintos, dos lenguas distintas, dos culturas diferentes, horarios distintos, más que el río Guadiana, separan a ambos enclaves. Pero lo más importante, comparten en el instante el mismo sol, la misma luna, las emociones y las sensaciones.
En Sanlúcar, desde lo más bajo, que es el puerto, hasta lo más alto, que es el castillo de San Marcos, se extiende la población. Sus calles son más empinadas que numerosas, y sus casas parecen que chorrean ladera abajo. Casi en medio del núcleo se encuentra, dominante y orgullosa, la Iglesia de Nuestra Señora de las Flores, construida en el siglo XVI, aunque el edificio que asoma para placer de nuestras pupilas se debe a una reforma del siglo XVIII. El artesonado cubre tres naves que ven en sus laterales dos preciosas capillas.
Esta iglesia es la sede de la Santísima Virgen de la Rábida, patrona de la localidad, que tan buena representación le dedica la madera policromada de su retablo mayor. En su honor, el fin de semana después del Domingo de Resurrección, en la celebración de sus fiestas patronales, se baila la danza pacífica homónima de la Virgen de la Rábida, una de las danzas tribales más antiguas de la provincia de Huelva, junto a la Danza de las Espadas de la Puebla de Guzmán o la de las Lanzas en el Cerro de Andévalo.
Para obtener las mejores vistas de todo el entorno tenemos varias opciones. La primera de ellas es desde la plaza donde se ubican dos molinos de viento restaurados, situados a varios centenares de metros del centro del pueblo.
Otro punto, el más destacado, es el castillo de San Marcos, construido en 1642, que nos recuerdan ese pasado de guerras, defensas y conquistas.
Se encuentra situado en un cerro de 135 metros de altitud, al noroeste del pueblo y es uno de los grandes baluartes defensivos de la línea fronteriza hispano-lusa. Formaba parte de la Raya de Huelva, y a su vez de la conocida “Banda Gallega”.
Se erigió como una de las grandes fortalezas señoriales y militares de la corona española para combatir los ataques portugueses que provenían de Alcoutim.
Cerca del castillo hallamos el tercer punto, concretamente la plataforma de lanzamiento de la tirolina transfronteriza que cruza el Guadiana. Un tramo de unos 700 metros es salvado en un instante.
Otro medio sería en embarcación. Alcoutim-Sanlúcar de Guadiana y viceversa mantienen una línea de comunicación continua durante todo el día, con lo cual podemos disfrutar de dos bellísimos paisajes urbanos encalados sentados en las terrazas cercanas a ambos puertos fluviales.
El estar situados junto al río y no lejanos de la Sierra hace posible que en estas terrazas podamos degustar platos típicos de carnes y pescados (guisos de venado, jabalí, conejo, anguila...sopa de barbo), y cómo no, la clásica cocina portuguesa de bacalao y el franguinho (pollito) asado.
Una muestra de que las personas están por encima de las fronteras lo demuestra la fiesta del contrabando, que se celebrarán los días del 24 al 26 de Marzo. No os la podéis perder.
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16 мар 2017