Letanías Lauretanas:
• Video
Litaniae Lauretane:
• Litaniae Lauretane - S...
Que el latín es odiado por el enemigo infernal es una realidad que han constato en su ministerio sacerdotal varios exorcistas y sacerdotes.
El latín ha sido la lengua con la que, durante siglos, la Iglesia ha alabado al Señor, ha sido la lengua omnipresente en la liturgia y en la vida ordinaria de la Iglesia.
El latín ha sido la lengua que durante siglos se ha empleado en los exorcismos. Por tanto es la lengua que mucho sabe de cómo debilitar a Satanás.
El latín es la lengua con la que la Iglesia ha definido sus dogmas de fe, ha fijado su fe y magisterio de forma imperecedera e inmutable.
Tiene la gran ventaja de que puede ser pronunciado por quienes no lo conocen. Se presenta como una lengua acogedora, pues hace sentirnos miembros de la Iglesia universal.
El canal quiso incluirlo en este Santo Rosario. Escucha la oración o si prefieres hazla en español, es fácil identificar que se está rezando el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria.
El latín eleva el alma, nos centra en el misterio trinitario, aleja al enemigo manteniéndole a distancia y nos identifica en nuestra fe católica, nos hace universales y si no lo entiendes, no te preocupes demasiado, el Señor sabe latín, y Él entenderá lo que le dices en la oración.
El Rosario de la Virgen María, en su sencillez y profundidad, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor.
La Madre de Dios, en una aparición a Santo Domingo le enseño a rezar el rosario, en el año 1208. Le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albigense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albigenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.
También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También había factores políticos envueltos.
Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La Virgen pide a Santo Domingo le ayude a propagar la devoción:
La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo lo predicó y con gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica.
Con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (más conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción.
La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario.
Recomendado por la Virgen en varias de sus apariciones más importantes:
La importancia del rosario como medio eficaz de los creyentes ha sido confirmada no solo por los pontífices, sino por Nuestra Madre misma, la Virgen María. El rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial.
En Lourdes, la Virgen llevaba un rosario en la mano cuando se le apareció a Santa Bernardita. Y también llevaba un rosario cuando se les apareció a los tres pastorcitos de Fátima. Y fue en Fátima donde ella misma se reveló a los niños su título: "Nuestra Señora del Rosario".
16 мар 2024