Imposible llamar
sepelio al póstumo viaje de Faustino en el tren de la vida. El pueblo holguinero le despidió como si, en vez de partir por la vía estrecha, saliera a una más de sus giras por el mundo. El tren de la eternidad ha tomado hoy de pasajero al Juglar Mayor, a Faustino Oramas, rey de la risa y dueño de un doble sentido tan finamente elaborado y exento de vulgaridades, que se ufanaba él en decir: "...el doble sentido lo pone la gente..."
Desde La Periquera, en lo más céntrico de la ciudad de Holguín, en el extremo centro oriental de Cuba, lugar donde tantas veces cantara a su pueblo, partió la muchedumbre acompañando al féretro.
Las calles desbordadas de gente, que en azoteas, aleros, balcones y ventanas le decían adiós a su Guayabero, fueron el escenario donde se escucharon esta vez los sones y guarachas que compuso Faustino en su prolifera carrera. El lo pidió así, que nadie llorara, que no se dejara de fiestar, y ¡santa palabra!
Eliades Ochoa, Cándido Fabré, Pancho Amat, Tiburón Morales, entre otras figuras de la música cubana, despidieron el duelo bajo una pertinaz llovizna que no apagó el candor de este suigeneris sepelio. Música, canciones y aplausos.
El viejo cementerio, en la ciudad que le vio nacer hace casi 97 años, se estremeció tomado por asalto por un público que no quería perderse este concierto, esta vez desde "el otro lado de la línea", el último regalado por el hombre que se hizo grande con la guitarra y la palabra. Decirle adiós es un equivoco imperdonable porque, como cantara hoy su grupo: Faustino ya tu te vas, pero se queda el son.
23 май 2007