Los viejitos sordos vuelven a entretener al público con sus desgracias: Severo está de muy malas pulgas porque le confiscaron la comida, y otras cositas sueltas que no dejan de arrancar las sonoras carcajadas del público que los escucha con mucha atención. Severo le dice a Luciano que quiere una sopa con berros, y este mete la pata que si le gusta la sopa con perros qué bestia es este Luciano, cada cosa que Severo le cuenta la pone patas arriba y Severo está muy emberracado por la sordera crónica que a Luciano nunca se le mejora.