Francine dejó su Francia natal para, por consejo de su médico, buscar un lugar con aire limpio. Así llego a una aldea llamada El Corralín, situada en el concejo asturiano de Degaña, en pleno corazón del bosque de Muniellos. Allí vive sola, con la única compañía de sus perros, desde hace varios años. Su vida en plena naturaleza, sin electricidad ni el dinero es toda una lección de cómo el dinero y las posesiones materiales no son tan imprescindibles como la sociedad en la que vivimos, nos ha hecho pensar.
25 окт 2013