El miedo escénico del Santiago Bernabéu no pareció afectar al PSG de Mauricio Pochettino. Los franceses anestesiaron el impulso que había insuflado la afición madridista a su equipo en la previa del partido. El Real Madrid intentó dominar de inicio, espoleado por un recibimiento brutal en Sagrados Corazones, pero un par de sustos de Mbappé a la defensa blanca diluyeron el empuje inicial blanco. Desde ahí hasta el final de la primera mitad, el partido fue un monólogo de los parisinos, liderados por un Mbappé que no acusó en ningún momento los problemas que presuntamente tenía en su tobillo izquierdo. El francés avisó en 12’, le anularon un gran gol en el 33’ por fuera de juego previo de Nuno Mendes, y rubricó la superioridad de su equipo en el 39’ tras una pérdida de Carvajal que penalizó Neymar con una gran pelota al espacio que culminó con Mbappé frente Courtois. Fusiló el delantero francés. Inapelable.
En los primeros 45’, solo Benzema y Luka Modric asomaron la cabeza para los locales. Y el francés estuvo muy cerca de adelantar a los blancos. De hecho, en el tramo de más agobio para el Real Madrid, obligó a Donnarumma a realizar una de las paradas de lo que va de Champions League. Tremenda la estirada del italiano. El equipo de Ancelotti reclamó un penalti a Alaba tras una frivolidad de Marquinhos en área propia en la jugada posterior. Makkelie (y el VAR) ordenó seguir. El Madrid se marchó completamente noqueado al descanso, y el inicio de la segunda parte no fue mejor.
En el 54’, Neymar volvió a conectar con Mbappé y este, tras ejecutar una acción técnica que habría firmado el brasileño Ronaldo, volvió a batir a Courtois. El línea levantó la bandera y devolvió el aliento a las gradas, que trataron de espolear a los suyos. Ancelotti también. Sustituyó a Asensio y Kroos por Camavinga y Rodrygo. Pero no fueron los cambios sino Donnarumma lo que resucitó al Real Madrid. Un error grosero del portero italiano, que regaló la pelota a Benzema, motivó que los blancos empatasen el partido. Y ahí la eliminatoria cambió.
El Real Madrid se enchufó y comenzó a inquietar con asiduidad la portería del PSG. Los franceses trataron de volver al plan inicial: el cloroformo. Messi, Neymar, Verratti. En ese triángulo y su capacidad para conectar con Mbappé están todas las opciones de éxito del equipo de Pochettino. Pero para ese momento, el Madrid ya estaba completamente desencadenado. Los blancos seguían cargando el área del PSG con mucha facilidad. Vinícius perdonó, pero Benzema no. Aprovechó un magistral balón de Modric para igualar una eliminatoria en la que el equipo de Ancelotti no había sido superior en prácticamente ningún tramo de partido.
Tras ese gol, apareció el Real Madrid de las grandes noches europeas capitaneado por un Benzema que demostró por qué está, desde hace ya varias temporadas, en las quinielas para ser el mejor jugador del mundo. El francés cazó un balón en el área y firmó un hat-trick que le hace un hueco en la historia blanca: supera a Di Stefano y se coloca como tercer goleador histórico del club. El francés levantó a su equipo, que estaba prácticamente en la lona, y tumbó al PSG. El equipo de Ancelotti dio la vuelta a una eliminatoria que solo el Real Madrid podía remontar. Cuando peor estaba, cuando más sufría en el campo, el gen ganador de los blancos, personificado en Modric y Benzema, los metió en los cuartos de final de la Champions League.
15 сен 2024
