La canción captura la esencia de aquellos tiempos en El Berlín, donde Tito, la música y la camaradería eran fundamentales. Manolo Kabezabolo nos transporta a un ambiente lleno de energía y el característico sonido de la música que marcaba la diferencia en ese lugar.
Los litros de Kalimotxo y otras sustancias eran parte del ritual, creando una atmósfera única y vibrante. A pesar de las redadas de la policía, el espíritu del lugar permanecía inquebrantable.
Esta canción es un testimonio auténtico de una época y un lugar, un reflejo de la vida en El Berlín a través de los ojos y la voz de Manolo Kabezabolo. Su narración nos permite revivir esos momentos y sentir la energía que pulsaba en cada rincón de ese icónico espacio.
5 окт 2024