DESEOS PARA ACARÍ Cual Narciso, un acarino contemplaba el reflejo de su imagen en las aguas quietas del río. Se sintió protagonista de un cuento clásico en el que, de las aguas, emerge la figura de una ninfa para concederle tres deseos. Lo primero que se le ocurrió fue imaginar riquezas. Y pensó en el oro. La ninfa, al ver el brillo tan peculiar en sus ojos, le dijo: -Eso ya lo tienes. Los cerros que circundan Acarí están repletos de oro. Pero mucho cuidado con este metal porque la riqueza puede cambiar a las personas para mal. Que yo sepa, la única cultura en el mundo que no le dio un valor económico a ese metal precioso fue el Tawantinsuyo. Todas las demás se volvieron codiciosas por su causa. Y Acarí no sólo tiene oro, sino que también posee hierro, cobre, ópalo y otras riquezas minerales que muy pocos poseen. Y de ello hablan nuestros mitos más queridos como aquél del toro del cerro al que se le cayó un cuerno al impacto de una piedra de un diestro acarino. Asimismo, que de vez en cuando hace su aparición el camarón con las tenazas de oro, una de las cuales se le desprende pero que no es encontrada. Debes entender que esa es una manera de decir que tenemos a la mano la riqueza; pero hay que ponerle mucha atención a lo que hacemos. Quiero decir que la minería es una buena alternativa, pero ha de ejercitarse con mucha responsabilidad, sin abusar del trabajador ni de la naturaleza; o sea, evitando la explotación desmesurada, la depredación irresponsable y la contaminación aniquiladora. Además, la agricultura es la ocupación tradicional y mejor de la mayor parte de la gente de Acarí. De ahí las chacras fructíferas de este valle. Aparte que el río está repleto de camarones la mitad del año y la otra mitad de bagres. Pero no hay que esperar que se nos presente el camarón encantado al que el pobre Loppi tenía que recurrir por insistencia de su mujer Masicas rogándole: “Camaroncito duro, sácame del apuro” ante lo cual el buen crustáceo les resolvió casi todos los problemas; pero al final los dejó tan pobres como al principio por la ambición desmedida de la mujer. Respecto al bagre me estoy acordando del bagrecico que quiere conocer el océano y emprende un largo viaje en que experimenta mil peripecias. Al final queda desilusionado porque sólo encuentra agua. Retorna a su riachuelo y nadie lo reconoce porque ya está viejo. Pero como en todo y como siempre en la realidad lo bueno se va alternando con lo otro, de manera que hay que ponerle mucha atención a lo que hacemos. Hay que pescar, pero para obtener lo necesario sin echar a perder las larvas de los crustáceos ni los peces aún no aptos para el consumo humano. Ni que decir de la crueldad con que a veces actuamos frente a los animales. Me refiero a que en la canción más conocida en la que se menciona a Acarí, que es vigorosa y festiva, se hace referencia a la corrida de toros en la que nos deleitamos con el sufrimiento animal. Y no podemos decir algo distinto de la pelea de gallos. -Yo te quería pedir oro y me vienes con consejos que me hacen sentir mal porque son críticas claras y directas al modus vivendi mío y de mi pueblo. -Tienes toda la razón. Pero dime si las críticas son gratuitas... -No, claro que no. -Además te las he hecho a manera de consejos y normalmente los consejos no son tomados en cuenta. -¿Y si te hiciera un segundo pedido? -Hazlo. -Quisiera una mejor flora para mi pueblo. -¿Mejor? Pero si desde siempre en este valle se han tenido cosechas abundantes de maíz, maní, jicama, lúcuma, ají, pacae, guayaba y muchos otros productos como el algodón cuyo nombre significa tejido fino y que ya hace tres mil años era cultivado en el Perú porque una de sus variedades es de este suelo nuestro. -Eso es cierto, y aunque ni sé si exista lo que estoy pidiendo quisiera una planta cuya utilidad fuera para todo o para casi todo. -Te la conseguiría inmediatamente; pero ya la tienes. Es el olivo, planta milenaria que brinda muchas utilidades y requiere un mínimo de cuidado. Brota de un tallo a manera de estaca, sus hojas son consumidas por el ganado menudo como las ovejas, resiste a las sequías, te da frutos que puedes conservar por meses sin que se deterioren y de ellos obtienes el aceite que es un oro vegetal porque sólo hace el bien. Vive larguísimos años y cuando muere puedes emplear su tronco para obtener un magnífico carbón o hacer una buena fogata. Aparte que en la simbología sus ramas remiten a la paz porque la paloma liberada por Noé durante el diluvio retornó con una rama de olivo en su pico indicando que la lluvia había cesado. Todavía un poco más sobre lo que rodea al olivo. Debes saber que la diosa Atenea plantó un olivo en Atenas, ciudad que se llama así en honor a ella. El olivo se multiplicó. Y cuando el persa Jerjes sometió a los griegos y arrasó Atenas, el primero en indicar el camino de la recuperación fue el olivo que, aunque parecía muerto, resurgió vigorosamente. Nuestro conocido Hércules mató a un león con un tronco de olivo. Jesús, antes de ser crucificado, pasó la noche orando en el huerto de los olivos, algunos de los cuales aún viven. Y por siglos la aceituna fue una de las principales fuentes de alimentación de los pueblos europeos, africanos y asiáticos que tienen costas en el mar mediterráneo. -Creo que aceptaría tu oferta. Del olivo uno no se puede olvidar. ¿Y me concederías un tercer deseo? -Por supuesto. Y antes que me lo pidas te lo otorgo. Vive bien que aquí tienes las posibilidades de hacerlo. No caigas en la tentación de pensar que lo bueno siempre viene de fuera, que son otros los que tienen que resolver nuestros problemas o carencias. Somos nosotros los protagonistas de nuestro presente y futuro porque el pasado en este valle fue próspero, de ahí que las culturas que florecieron aquí tienen características propias sin copiarlas de nadie y que poco nos inspiran cuando deberíamos volver nuestra mirada embelesada a ellas. Así como contemplar las arenas del cerro buscando la figura del toro, pero sólo como un pretexto para admirar la majestuosidad de la duna más grande del mundo, adentrarnos en el cañón del río que demuestra su fuerza arrolladora después de haber hecho fructificar nuestro valle, untarnos la piel con aceite de oliva y consumirlo diariamente practicando la mejor dieta saludable. Y creer que este pedazo de mundo es lo más parecido al jardín que Dios dio a los primeros humanos y en todo momento sentir en lo más profundo de nuestro ser el orgullo del cacique, no sólo por lo que la naturaleza nos dio sino por acciones nuestras bien claras y bien puestas. Oscar Bernardo Guzmán López.
