Marta de la Fuente: Composición y mezcla/ Voz y coros, guitarra eléctrica rítmica, pandereta
Jose L. Rodríguez: Batería, bajo, guitarra eléctrica
20/07: say hello Neil Armstrong, voilà mi canción del verano. Estoy particularmente orgullosa de este proyecto por varios motivos. Porque es la primera mezcla de más de tres instrumentos que produzco enteramente y por el sonido logrado ante la simplicidad de medios. Todo está recogido con una grabadora ZOOM (prescripción ejem prescripción), a la que beso todas las noches antes de acostarme, y editado con editor de vídeo. La mayor parte de los efectos de voz, salvo por un par de excepciones (y aquí un par es un par) los logré abriendo y cerrando puertas y/o ventanas o duplicando pistas. Igualmente, ningún instrumento tiene ningún efecto y todas las tomas nos salieron limpias y a la primera o segunda pasada, Jose el tío clavó la batería a la de una. Fue toda una experiencia sentarme con él e ir viendo qué podía ofrecerme su pericia en función de lo que escuchaba yo en mi cabeza y trajo ideas estupendas a la mesa, además de algún accidente fortuito que hizo de “Cariño me he chalado” lo que ahora escucháis.
Aparte de la música, el tema del vídeo es otra historia. Cinco hemos sido las mujeres que hemos empuñado la cámara para esta filmación. Eva, Raquel, Esperanza madre y Esperanza hija y yo misma cuando me daba el cuarto de hora y me iba al desierto, aunque bueno no era tan espontáneo como eso, porque para ir a echar horas al desierto a grabar este circo en pleno julio hay que ir muy mentalizado. A todas estas formidables mujeres les agradezco su ayuda y sobre todo su generosidad al darnos a mí y a este proyecto su tiempo, que es lo más preciado que una persona te puede dar. Agradezco también a toda la familia Winter la prestación del inflador y en especial a Jimmy padre que le hizo un torniquete magnífico para evitar fugas de aire y por supuesto a mi querido Leo de Armería Leo que siempre tiene lo que le pido y más. Y claro, a Nena, que cuando las fuerzas me flaqueaban y estaba al borde del espejismo en mis grabaciones en solitario, la curva de su perenne sonrisa me enderezaba.
También comentar que fue gracioso cómo el atrezo se fue sucediendo: pensaba en hacer una escena de pirata y aparecía Juan, de mi quiosco de libros preferido con un loro, escribía en la pizarra lo de “Cariño, Caca” y pasaba por una pastelería y encontraba unas galletas con un chorongo pintado y así. Incluso, esto Eva lo atestigua, el decorado del escenario de bruja nos proporcionó una escoba perfecta. Algunos lo llamarán ley de la atracción. Yo lo llamo magia.
Aparte de por la maravillosa experiencia de producción, estoy en suma orgullosa de “Cariño me he chalado” porque, como pasa en la comedia y en todo, su luz la hace la sombra. En la Navidad de 2021, fui internada involuntariamente y sin previo aviso en un centro psiquiátrico. Bueno en varios. Del segundo me escapé. Estaba resultando una experiencia tan jodidamente amarga que una buena tarde decidí saltar un par de vallas (también aquí un par es un par) y poner pies en polvorosa. Mi escapada más que una mera huida, fue una reivindicación de que todo ser humano es libre y ha de tener control sobre su propia vida.
Por eso, si dejé que me trincara la policía portuguesa es porque sabía que, de aquella fase tan penosa me gustara o no, era mejor a la larga salir aplicando la psicología. No se nos llama pacientes por nada. De hecho tras mis dos meses de ingreso salí sin diagnóstico. Y sospecho que en casos como el mío, en los que uno no está para que te internen en lares tan radicales, el diagnóstico lo haces tú mismo.
Ahora si alguien busca mi nombre en internet salen un montón de noticias con mi cara como desaparecida. He hecho las paces con esto, antes me daba mucha rabia. “Cariño me he chalado” es, por tanto, la manera definitiva de sacarle la lengua a todo aquello que en su día fue doloroso, pero ya no escuece. Porque ante todo en la vida hay que tener sentido del humor. Y ganas de bailar. En Portugal, en el hospital en el que me ingresaron tras dar conmigo, mis saltos y brincos se ve que tuvieron mucho éxito entre los vigilantes de las cámaras de mi cuarto. Pero donde me devolvieron, de donde de hecho huía, el mismo comportamiento fue amenazado de jeringuilla. No entendían que yo siempre he echado mano de la música para sentirme más viva y más feliz, que era mi antídoto ante tanta miseria. Recuerdo una de las veces decirles: “en este lugar se cercena todo atisbo de alegría”. En esa ocasión me dejaron en paz. Otras no tuve tanta suerte.
Como netos puntos positivos de toda esta odisea: enterarme de qué pasa en otros mundos y que del asco que le cogí al tabaco por los trapicheos que se gastaban por esos sitios, dejé de fumar. También me ha servido para tener las ideas más claras acerca de la vida y de lo que ésta va. Y la gran lección que saco es simple, que pase lo que pase, uno no debe nunca, nunca, nunca dejar de BAILAR.
27 сен 2024
