Un delito contra un niño o una niña es una condena para toda la sociedad porque protegerlos nos compete a todos. El caso de Timothy Alan Livingston sorprendido con dos niñas de 12 y 13 años en el apartahotel de lujo Gotham de Medellín, pone otra vez en la agenda pública la realidad de la explotación sexual infantil ofrecida como parte de la diversión para turistas que son en realidad delincuentes a quienes se les debe tratar como lo que son.
Ya se habla de endurecer penas y crear leyes. Tal vez se requieran, pero basta con cumplir el artículo 44 de la Constitución en el cual se establece que “los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás”, se recuerda que deben ser protegidos de todo tipo de violencia y se menciona expresamente el abuso sexual. Si sus derechos priman, es claro que no priman los derechos del posible delincuente para quedar en libertad sin una investigación de fondo.
Comparto columna escrita para El Espectador
4 апр 2024