Madrid, 22 may (efesalud.com). Cuando un bebé consigue salir del útero de su madre, de una placenta con fluido calentito, tiene que empezar a vivir por sí mismo en un ambiente hostil, seco y fresquito, donde su cuerpo pasa de la sangre oxigenada maternal a la respiración pulmonar espontánea.
“Dentro de la placenta, inmerso en el líquido amniótico hasta el momento de su nacimiento, el bebé respira y se alimenta de forma controlada a través del cordón umbilical, que le une a su madre”, explica el Dr. Manuel Sánchez Luna, neonatólogo jefe del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid
“En apenas unos segundos, con lloro incluido, esa circulación sanguínea maternofetal, con oxígeno y nutrientes, desaparece, incluso antes del clampaje, y comienza a funcionar el sistema cardiorrespiratorio del recién nacido de una manera independiente y con absoluta normalidad”, continúa.
“Salvo que el bebé sea demasiado prematuro, especialmente entre las semanas 22 y 24 de la gestación, quien podrá necesitar ayuda inmediata profesional para resistir como protagonista en el milagro de la vida”, destaca el también presidente de la Sociedad Española de Neonatología (seNeo).
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20 май 2024