Después de ver The Wizard of Lies (2017), la película protagonizada por Robert de Niro y Michelle Pfeiffer, pensaba que me había hecho a la idea de lo que fue y de lo que significó el escándalo Madoff. Me equivocaba.
Han hecho falta otros cinco años de investigaciones y el cierre de miles de litigios para conocer todos los detalles -propios de un drama shakeapereano- del mayor fraude financiero de la historia.Lo cuenta magistralmente Joe Berlinger en la serie documental de Netflix, recién estrenada, Madoff: El Monstruo de Wall Street. Conforme avanzaban los cuatro episodios de los que se compone la serie, más paralelos he ido descubriendo entre el esquema Ponzi de Bernie Madoff y otro fraude al que estamos asistiendo en directo: el perpetrado por Sam Bankman-Fried con el mercado de criptomonedas FTX.
Las similitudes entre ambos casos son asombrosas.
El fraude de Madoff era simple. Usaba una impresora matricial en las declaraciones de beneficios que enviaba a los clientes por correo. El fraude de Bankmann-Fried tenía un ropaje más sofisticado: convertía el dinero de sus inversores en tokens (fichas virtuales). Pero las debilidades humanas que ambos consiguieron explotar en su beneficio son las mismas.
Para que un fraude de las dimensiones del fondo Madoff (19.000 millones de dólares de 2008) y FTX (se estima en 16.000 millones de 2022) tenga éxito, la clave es un nivel de confianza en la persona que lleva a los inversores a restringir los controles mínimamente razonables cuando lo que uno pone en juego es su dinero y el de sus hijos.
En el caso de Bankman-Fried, sus credenciales profesionales no eran tan espectaculares. Pero el chico había ido a los colegios adecuados, había estudiado en la universidad adecuada (Stanford) y sus padres son juristas de prestigio y profesores de Stanford. Su padre es especialistas en Compliance financiera. Su madre está, además, muy bien conectada con los prebostes del Partido Demócrata en Washington.
Por eso, FTX pudo captar el dinero de fondos de capital riesgo de Silicon Valley para una empresa que tendría su sede física no en Nueva York, sino en las Bahamas. Pasaron por alto, además, que FTX no tenía ni consejo de administración ni auditores (cuando un inversor potencial escuchó la idea, sugirió crear un consejo con profesionales y antiguos reguladores como condición para entrar. La respuesta fue Fuck Off!). Y no invirtió.
La primera palanca en un fraude es, por tanto, el prestigio del gestor. La segunda es la que hace que la gente se fíe de una persona sin conocer sus credenciales profesionales ni su pedigrí. Se puede formular de la siguiente manera: Si Fulano o Mengana están con él, no necesito hacer más preguntas.
El FOMO -Fear of Missing Out- fue lo que movió a miles de personas a poner sus ahorros en manos de FTX. En este caso, figuras como la del jugador de baloncesto Steph Curry o el quarterback Tom Brady hacían el papel de embajadores de Bankman-Fried para otorgarle credibilidad. Cayeron como moscas.
El tercer elemento para poder perpetrar un fraude con éxito según el manual de Madoff y Bankman-Fried son las conexiones políticas y filantrópicas. Lanzar señales de virtud sale rentable. Ruth Madoff, la esposa del financiero (por cierto es la principal víctima, como enseña la serie), gestionaba fundaciones con un patrimonio de más de 100 millones de dólares. El matrimonio financió campañas de un buen número de candidatos demócratas en los años 80.
Bankman-Fried fue el segundo individuo que más dinero aportó a candidatos en su mayoría demócratas en las Legislativas del pasado noviembre en Estados Unidos. Apoyó decididamente con su dinero el de los clientes, no el suyo personal a todo tipo de iniciativas contra el Cambio Climático. Una vez que había sido descubierto el fraude, escribió un mensaje directo en Twitter a un periodista en el que decía lo siguiente: “Tienes que entrar en toda esa mierda del ESG para hacerte respetar”.
El mago te hace mirar a un lugar mientras desde otro punto ejecuta su truco. La ilusión que provoca en nosotros nos lleva a bajar la guardia entrando completamente a su juego. Madoff y Bankman-Fried han sido dos grandes magos.
Madoff y Bankman-Fried. Dos nombres y dos rostros para guardar en la memoria y absorber, ojalá que sirva, una lección básica: ni el prestigio personal de quien nos propone que le entreguemos nuestro dinero; ni el hecho de que alguien que conocemos (y que puede ser de la familia) esté dentro; ni el apoyo de personas a las que consideramos respetables, nos eximen de hacer caso a un término en inglés con dos palabras: Due Diligence.
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12 сен 2024