Me gusta el repicar de pulmones al alba.
Me embriaga el dolor de la nuez que partí
y su blasfemia de anís.
Me enredo en los cordeles que desata la calma
que anida en lo poco que no derruí,
que luce un collar de mastín.
Me aterra que se alargue la sombra alargada.
Me abismo en los pasos que están por venir
y en su vagido infeliz.
Me escapo sonriente de los lechos de malvas:
¡Guardad los cubiertos, que no habrá festín!
¡Que no me han podido abatir!
Y el resuello del volcán
me sorprenderá otra vez
con la cara sin lavar.
Que la demora del silencio
se quede para siempre junto a mí,
que el relámpago no deje en paz al rayo.
Si los despojos del invierno
se alejan de la vida por vivir,
no me encharcará los ojos
este baile de caballos.
Y los cuervos me dirán
que la danza se acabó...
Y me dejaré llevar.
4 окт 2024