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Meyer Lansky, el cerebro de los negocios de la Cosa Nostra 

CARLOS MORENO.
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19 ноя 2015

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@elpuebloendefensadesurevol2947
@elpuebloendefensadesurevol2947 3 года назад
ru-vid.com/video/%D0%B2%D0%B8%D0%B4%D0%B5%D0%BE-0fMCFuLH8kc.html ru-vid.com/video/%D0%B2%D0%B8%D0%B4%D0%B5%D0%BE-paVRN7GpRaM.html Algunos datos de la Cuba que dejó el tirano Fulgencio Batista En 1958, el 8% de los propietarios poseían más del 70% de las tierras, incluidos los latifundistas yankis. Al triunfar, la Revolución encontró una deuda exterior ascendente a 788 millones de dólares. Una balanza comercial desfavorable con Estados Unidos que alcanzaba a 603,4 millones de dólares. Esta crisis permanente de la economía cubana se reflejaba en los 549 000 desocupados de una fuerza de trabajo calculada en dos millones 204 mil. Las cifras de desocupados son mayores si se contabilizan los desocupados transitoriamente, así como aquellos que desempeñaban trabajos ocasionales a destajo, como es el caso de cerca de 700 000 trabajadores eventuales azucareros que pasaban hambre y miseria durante el terrible “tiempo muerto”, al trabajar escasamente tres meses durante la zafra azucarera. En 1958, la población cubana ascendía a 6 millones 547 mil habitantes. El gasto público de la seguridad social de ese año fue de 114,7 millones (hoy, con las últimas decisiones, es de más de 4 500 millones). En 1958 prestaban servicios en la Salud Pública 8 209 trabajadores (ahora pasan de 500 000) y el gasto público, por concepto de Salud Pública, era de 22,7 millones de pesos (hoy, ese es el gasto de un municipio promedio). Un solo indicador: la tasa de mortalidad infantil era superior a 60 niños muertos por cada 1 000 nacidos vivos (ahora con casi el doble de población es de 5,3). La expectativa de vida no pasaba de 55 años (ahora, es de 77 en los hombres y 78 años en las mujeres). En 1958, había tres millones de analfabetos y semianalfabetos, un tercio de los pobladores de entonces. La población mayor de 15 años tenía un nivel educacional promedio inferior a 3 grados. Solo el 15% de los jóvenes entre 15 y 19 años recibían algún tipo de educación. Más de 600 000 niños estaban sin escuelas. El gasto público por concepto de Educación era de 77 millones de pesos (eso es lo que gasta hoy un municipio promedio).
@SOYELJEFE
@SOYELJEFE 5 лет назад
En la década del 50 Cuba, en general, y La Habana, en particular, iban por el camino de convertirse en símbolos internacionales de placer decadente. El flujo de estadounidenses que durante los años de la ley seca viajaban a Cuba en busca de sol y sexo se convertiría en una auténtica inundación después de la Segunda Guerra Mundial. En La Habana, los clubs nocturnos refinados causaban furor y sus casinos rivalizaban con los de Las Vegas; altas mulatas bailaban en el escenario del Tropicana para un público borracho de daiquiri, mientras los más aventureros se dirigían a los espectáculos de sexo en vivo de los alrededores. Uno de los espectáculos regulares favoritos era el de Superman, que medía su impresionante erección alineando doce dólares de plata uno al lado del otro. La Habana pronto se convirtió en la capital de la prostitución del hemisferio occidental. Los hombres de negocios escogían su mulata de fin de semana a partir de las fotos que les mostraban en el aeropuerto. La industria cinematográfica de Hollywood contribuyó a exportar esta imagen de Cuba como capital mundial del sexo. Todo eso iba en contra del sórdido trasfondo de la política nacional cubana: una serie de regímenes corruptos, brutales y autoritarios que contribuían e incitaban la decadencia en espiral de La Habana. LA HABANA Y LA MAFIA En una ciudad donde se podían obtener fabulosas sumas de dinero a través del alcohol, de las drogas, del juego y la prostitución, era de esperar que la Mafia estadounidense no se quedara atrás. En diciembre de 1946 se celebró en La Habana la conferencia más importante de la Mafia desde la depresión. El poderoso Meyer Lansky fue quien organizó esta reunión. Conocido como el ¨Padrino judío¨, Lansky era el cerebro del sindicato criminal nacional de Estados Unidos, formado por la unión de varias familias en guerra durante la década de 1930. Como invitado de honor se encontraba Lucky Luciano, el socio siciliano más conocido de Lansky, quien hacía poco que había sido deportado de Estados Unidos por sus actividades escandalosas, y que había entrado en Cuba con un pasaporte falso. Los jefes de la Mafia se desplazaron desde Nueva York, Nueva Jersey, Tampa, Chicago y Nueva Orleans hasta La Habana para asistir al acontecimiento. La capital cubana era un punto de encuentro lógico. La Mafia se había establecido allí durante los años de la Ley Seca, usando Cuba como base para servir ron a los cayos de Florida. No obstante, en 1938 hubo una oportunidad mucho más lucrativa, cuando el poderoso cubano Batista invitó a Meyer Lansky para que se encargara de dos casinos y un hipódromo ubicados en el Parque Oriental de La Habana, conjunto hasta entonces de mala reputación. Lansky llevó a sus propios trabajadores para sustituir a los cubanos y pronto había ¨reformado¨ el lugar. Los negocios prosperaron y se construyeron más casinos, de los que Batista se beneficiaba gracias a Lansky. Lo mejor, por lo que se refiere a la Mafia, radicaba en que todo era, de cara al exterior, perfectamente legal. En 1946 los negocios eran lentos, pero Cuba seguía siendo el lugar más cómodo y seguro para los negocios de los mafiosos. Incluso Frank Sinatra se desplazó allí para cantar: el artista de Nueva Jersey llegó con dos primos de Al Capone y una pitillera de oro para Luciano. En el año 1953 Batista nombró a Lansky su asesor personal en la reforma del sector lúdico para que limpiara La Habana, como ya había hecho en 1930. Desde su base en el Club Montmartre, Lansky procedió a convertir La Habana en un Montecarlo tropical. Los juegos se regularon y se contrató una policía secreta para que detuvieran y deportaran a los tahúres.. La ironía no asombró a muchos. El segundo mandato presidencial de Batista se convirtió en el clímax de la era de la decadencia de Cuba, una época marcada por las míticas proporciones de la corrupción. La industria revitalizada del casino formaba parte de un esfuerzo masivo para promocionar el turismo; se fundó una nueva compañía aérea, se renunciaba a las tarjetas de crédito de los turistas estadounidenses y todos los hoteles y moteles nuevos estaban libres de impuestos. El número de plazas hoteleras en La Habana prácticamente se duplicó en seis años. Casi todos los hoteles podían tener, y de hecho tenían, una sala de juegos, con lo cual los cubanos con estudios dejaron sus profesiones de médicos o profesores para dedicarse a un trabajo mucho más lucrativo, el de crupier. Enriquecerse repentinamente formaba parte de un sistema bizantino de soborno, se dice que Meyer Lansky depositó más de tres millones de dólares estadounidenses en la cuenta bancaria personal de Batista en Suiza y que esta cantidad era solamente una pequeña fracción de su propia parte. El jefe de la Mafia y el presidente de Cuba continuaron llevándose estupendamente; alguien dijo que eran ¨como hermanos¨. Mientras tanto, la policía secreta de Batista cada vez era menos secreta y más salvaje en la persecución y captura de sus oponentes. Los cuerpos de los disidentes torturados colgaban en los postes de las farolas como aviso a quienquiera que se atreviera a contradecir el ritmo implacable de la ruleta y de las máquinas de póquer de La Habana. LOS ULTIMOS DIAS DEL DELIRIO Para muchos, la disparidad entre la imagen de la Cuba amiga de las diversiones y la cruel realidad era cada vez mayor. Muchos cubanos sentían repugnancia al ver los niveles de corrupción en los que su país se había sumergido y el espectáculo de los opulentos casinos dirigidos por la Mafia, mientras que había cubanos durmiendo en las aceras y en los coches quemados. No todo el mundo se dio cuenta del cambio de rumbo de los acontecimientos, ni siquiera el jefe de la Mafia. En 1957 Meyer Lansky abrió su propio hotel, el Riviera, justo en el Malecón; era el lugar más grande e insulso de La Habana. La noche de la inauguración, Ginger Rogers actuó en la Sala Copa; y poco después lo hicieron Abbott y Costello. Parecía que el dinero que La Habana podía producir no tenía límites: los cheques de los jugadores se enviaban cada mañana a Miami para asegurar que se cobraban. En abril de 1958, la Junta de Juegos de Nevada, enfurecida porque el éxito de La Habana perjudicaba a Las Vegas, prohibió a quienes poseían las licencias de juego en Nevada realizar operaciones en La Habana. Algunos de los operadores de Las Vegas retiraron su dinero de la capital de la isla; Meyer Lansky, desconocedor de la situación de la política cubana, no tomó ninguna medida. Se lo jugó todo en La Habana y perdió.
@carlosrodriguez-vj3nr
@carlosrodriguez-vj3nr 4 года назад
Hola Iliana! Juro que me tomé el trabajo de leer completo tu post, muy buena data, de verdad. En el padrino II se describe de forma genial!!! SALUDOS
@conocimientoyaccion8535
@conocimientoyaccion8535 5 лет назад
CUANDO HISTORY HACIA BUENOS DOCUMENTALES.
@xirioslandon8040
@xirioslandon8040 4 года назад
HANIBAL AHORA SON UNA MIERDA
@ninoscubanosfuturoslideres8585
@ninoscubanosfuturoslideres8585 2 года назад
@@xirioslandon8040 JAJAJAJAJA ES VERDAD
@fidelcastroescuba3217
@fidelcastroescuba3217 Год назад
Antes de 1959, el 85 % de los pequeños agricultores cubanos estaba pagando renta y vivía bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas. Las condiciones de vida del pueblo, en general, eran muy difíciles... Nos moríamos antes de ir por primera vez a la escuela, antes de habernos puesto alguna vez un par de zapatos, incluso antes de balbucear la palabra papá. Eso sí, nos bautizaban como Dios manda. El cura decía: «En el cielo, todos seremos iguales; no habrá ricos ni pobres».Eran tantas las bondades del paraíso; sobre todo tan atractivas sus prebendas para los más sufridos, que el viejo mío decía no entender por qué los ricos se aferraban como lapas a la buena vida. A veces también decía: «Caramba, se la pasan rezando por ganarse el comunismo del cielo; no sé por qué tanto lo combaten en la tierra». Por este y otros chistes cierta vez fue llevado preso al cuartel. El teniente lo miró ceñudo por sobre los espejuelos, y le dijo: «Chicho, tengo información de que anoche usted estaba hablando mal del gobierno».Mi padre, que cuando pillaba una paradoja o hilvanaba un chascarrillo jamás se los callaba, sin pensarlo dos veces, le dijo: «Mire, teniente, quizá la única noche que yo no he hablado mal del gobierno fue anoche». Y tuvo suerte. Quién sabe si porque al oficial le gustaban las décimas y las canturías como al viejo, o porque era un secreto a voces que ya Camilo y el Che estaban llegando a Las Villas, por esa vez libró.Pero no todos tuvieron la misma fortuna. Por ejemplo, apenas un año atrás, el único médico que en Taguasco atendía a los pobres sin cobrarles fue asesinado por los guardias cuando quiso curar a un revolucionario.Entonces nos quedamos con cierto doctor que cobraba cinco pesos por tan solo aplicar un estetoscopio en la espalda. Mi madre, que apenas cobraba uno por entallar un vestido, ahorraba medicinas «quitándonos el sol» con un vaso de agua en la cabeza, o curándonos el «empacho» con sobos de manteca caliente.En verdad, parecía bueno morirse y así viajar a un sitio donde jamás habría dolor ni hambre. Vivir de muerto allá arriba, oyendo música y viendo aventuras y películas como en casa de Pepe el boticario, dueño de la única tv que había en varios kilómetros a la redonda.Quién puede hablarme de dolores a mí, que siempre tuve mala dentadura: «Eso es por falta de calcio», dictaminaba mi madre, y, como no había leche, me daba de beber mucha agua de pozo. Dicen que aquel dolor me duró una semana, pero en el recuerdo estuve como un año dándome buches de agua con sal. Mi madre no lograba clientela para su máquina de coser, y el sacamuelas exigía tres pesos por extraer la pieza. No le puedo fiar, decía el dentista, y la vieja lo miraba en silencio. Un atronador silencio.Como cierto día empezaron a darles casas a los guajiros, por un lado, mejoré con respecto a mis primos. Por otro, sin embargo, estaba peor: por fin mis abuelos eran dueños de la tierra que tanto habían trabajado al 50 %, y acostumbrados como estaban a medio comer, de pronto les sobraba algo. Así que los fines de semana yo me iba hasta allá para acumular reservas. Aún no tenían luz eléctrica, pero estaba mi tío Miguel que era como la radio.Por las noches mis primos y yo nos íbamos a la punta de la loma para escuchar sus cuentos. Delante, a lo lejos, estaban las luces de Jatibonico; detrás, las de Taguasco. Mi tío decía que arriba no había paraíso alguno, sino que las estrellas eran luces de otros pueblos. Dibujaba calles y avenidas en las constelaciones, y cuando pasaba una estrella fugaz, decía: «Miren, ahí va un chofer borracho». Alguna vez también señaló vastas zonas oscuras del cielo, donde apenas titilaban estrellas opacas, y ensimismado nos dijo: «La mayoría son como nosotros: se alumbran con lámparas de keroseno».Mi abuelo pensaba que esos cuentos no eran buenos para los niños. Con el reproche en los ojos, miró a Miguel y le dijo: «Veremos a quién le pides cuando no llueva y las vacas sean puros huesos». Lo mismo que mi padre, tío Miguel también tenía el don de cazar dichos y paradojas; pero a veces estas se le dormían en la lengua. Luego, cuando el abuelo se fue, nos dijo: No se preocupen, por estas tierras quien estaba era el diablo, y ha tenido que irse echando.Un día llegaron unos buldóceres y represaron el arroyo. Luego apareció un camión con una caja grande y, dentro de ella, había una turbina de petróleo. Nosotros nos quedamos lelos mirando aquel aparato enorme que serviría para llover justo cuando no tocaba. El abuelo elevó las manos y dijo: «Hay que prender una vela». A tío Miguel le brillaron los ojos, pero otra vez mordió su lengua, y finalmente nos quedamos sin saber qué hubiera dicho.De repente mi abuela sacudió la escoba de palmiche y apuntando hacia el platanal nos ordenó: «Arriba muchachos, vayan a coger un par de gallinas y luego corten un racimo de plátanos. Vamos a hacerles un buen almuerzo a los mecánicos».
@mariposa.goicolea753c5
@mariposa.goicolea753c5 2 года назад
Folklore colonial Desde el siglo 19, muchos políticos y líderes de la clase gobernante estadounidense se orientaron a Cuba como un país potencialmente anexable, una estrategia ideológicamente justificada por un conjunto de presunciones que, como lo ha señalado el historiador Louis A. Pérez, consideraban a los cubanos como un pueblo incapaz de gobernarse, dirigido por un país (España) que no tenía capacidad para gobernar a nadie. Esta fue la noción que apoyó la intervención de los Estados Unidos en la guerra de independencia cubana, que a pesar de la genuina simpatía y compasión que muchos estadounidenses sintieron por los cubanos oprimidos, justificó sus propósitos imperialistas para la Isla. Después que España perdió la guerra, Cuba adquirió su independencia en 1902, aunque en un sentido muy limitado, dado la Enmienda Platt que le concedió a los Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente en Cuba. Como Louis A. Pérez indicó, esta nueva realidad se cristalizó en la ideología predominante estadounidense de Cuba como una nación infantil o de escolares, con los del norte actuando de maestros. Si bien esta concepción no fue universalmente compartida, y hasta criticada en los Estados Unidos, persistió como un núcleo en la concepción popular norteamericana de Cuba. A medida que la Isla se convirtió en la pionera del turismo en el área del Caribe comenzando en los años 20, esa concepción también adquirió un aura de sensualidad, carencia de inhibiciones morales y un toque de primitivismo sin censura acentuado por el puritanismo Protestante estadounidense. En última instancia, el énfasis en el juego, la prostitución y la mafia como elementos centrales de los males que afectaban a la sociedad pre-revolucionaria cubana fue, aparte de la obsesión generalizada de los estadounidenses con la mafia, una forma de folklore e ideología colonial que también influyó hasta los opuestos al colonialismo y al imperialismo. Una ideología similar también reinaba en el otro poder imperialista de la época, la URSS, como lo hace evidente la película soviética Soy Cuba, filmada en el 1964. Como lo señaló Jacqueline Loss, una estudiosa de la influencia soviética cultural en Cuba, ese film representa a los cubanos como seres híper-sexuales, de sangre caliente, empobrecidos y profundamente necesitados de un proceso civilizador. La visión de la Cuba pre-revolucionaria también proviene de ciertas presunciones que sustentan el concepto de subdesarrollo, y más tarde del Sur Global. Creado con el propósito de reemplazar los prejuicios “orientalistas” de la vieja noción de “atraso,” el nuevo concepto fue frecuentemente superimpuesto sobre el significado anterior, en vez de reemplazarlo con propósitos más modernos. Así fue como se usó frecuentemente como parte de una dicotomía rígida - desarrollo contra subdesarrollo - en vez de un espectro continuo, lo que entorpeció la comprensión de un país como la Cuba pre-revolucionaria con su combinación contradictoria de desarrollo y subdesarrollo, su alta modernidad mezclada con poderosos elementos del pasado, excluyendo así la complejidad y análisis matizado y apuntando hacia una imagen simplista de un país “primitivo” gobernado por el sexo y el crimen. También influyó la percepción popular estadounidense de la “cultura” como algo homogéneo e incambiable, que aplicado a Cuba conllevó a una imagen distorsionada y caricaturesca de la Isla. Las complejidades de la sociedad cubana en los medios populares estadounidenses se redujeron a clichés culturales. La realidad era que los cubanos que residían en la Isla en los años 50 no eran simplemente bailarines y gente con un buen sentido del humor, sino gente que durante la mayor parte del tiempo que estaban despiertos, trabajaba muy duro gobernando al país (desde dictadores, latifundistas y capitalistas, hasta soldados y policías) o, en el caso de la gran mayoría, sobreviviendo como trabajadores, campesinos, empleados públicos, estudiantes, profesionales, tenderos, o intelectuales. Si por un lado tenían en común una serie de rasgos culturales, los cubanos también diferían substancialmente entre sí, a veces teniendo más en común con sus contrapartes de clase y ocupación en los Estados Unidos que con otros cubanos. Después de todo, en todas partes del mundo la gente actúa basada en los mismos impulsos y aspiraciones, tratando de defender su nivel de vida, de satisfacer ciertos requisitos nutricionales, y limitar, sino eliminar, su opresión y explotación. La visión de la Cuba pre-revolucionaria como una sociedad culturalmente homogénea y “exótica,” lejana de una sociedad “desarrollada” y fatalmente afectada por los males del juego y el control de la mafia sugería la imagen de una sociedad agotada y lumpenizada, carente de cualquier recurso político, moral o espiritual, y, por lo tanto, incapaz de conducir su propia lucha por la auto-emancipación y dependiente de un Mesías que llegara y con su poder único la salvara. En las etapas iniciales de la Revolución victoriosa, antes que adoptara el modelo soviético, los mafiosos fueron rápidamente expulsados del país; el juego en los casinos fue abolido (después de dificultades iniciales lidiando con el problema del número significativo de empleados de los casinos que se quedarían sin empleos). En febrero del 1959 la lotería nacional fue convertida en el INAV (Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda) - una medida de transición canalizando los ingresos de los sorteos en un fondo de ahorros dedicado a la vivienda. El trabajo sexual fue permitido inicialmente, pero reformado con la abolición de las extorsiones de los proxenetas y policías. Más adelante, las trabajadoras sexuales fueron capacitadas y colocadas en empleos alternativos. Pero el trabajo sexual eventualmente reapareció con la severa crisis económica de los 90 y el gran crecimiento del turismo. Durante los últimos años, el juego de la bolita (basado en los resultados de la lotería de la Florida) ha experimentado un renacimiento, aunque todavía no ha obtenido el volumen e impacto cultural de su equivalente pre-revolucionario. Independientemente de que uno esté de acuerdo o no con el régimen cubano, no se puede negar que los cambios, incluyendo el establecimiento de un estado unipartidista, fue el producto de realidades sociales y políticas internas cubanas radicalmente diferentes de la percepción estadounidense de decadencia mafiosa y la inmoralidad prevalente en la Isla
@labrigadacompotica671
@labrigadacompotica671 Год назад
Inversiones de la Mafia en Cuba El monto para las inversiones en Cuba eran millonarios, Lansky había redoblado su inversiones en la Isla pues contaba con el apoyo “incondicional” del presidente elemento que lo conlleva a emprender grandes obras, en este sentido comenzó a reformar el Club Montmartre que comenzaría rápidamente a funcionar en La Habana. Lansky ya había expresado un tipo de interés especial en hacer funcionar un suntuoso casino en el lujoso Hotel Nacional, la idea de Lansky rindió sus frutos y el elegante hotel se abrió al negocio en 1955 con un show de Eartha Kitt y el casino fue un éxito total Cuando todos los hoteles y casinos fueron concluidos, Batista empezó raudamente a cobrar sus ganancias. Todas las noches, el "hombre de la maleta" cobraba el 10% de los intereses de los centros de juegos y recreación de Santos Trafficante Jr; el Cabaret Sans Souci y los hoteles Sevilla-Baltmore, Commodoro, Deauville y Capri este último que en fachada pública era propiedad del actor George Raft. Dentro de los casinos de Lansky, estaban el del Habana Riviera, el del Hotel Nacional, el Montmartre Club y otros que le daban el 30% que pagaba a Batista, por razones convenidas. La cantidad total que Lansky y sus asociados recibían por concepto de sus delitos nunca ha sido certificada. Las máquinas tragamonedas solas contribuían con más de $1 millón de dólares americanos a las cuentas bancarias del régimen del dictador corrupto Fulgencio Batistas Zaldívar.Por otra parte con la proliferación del turismo a Cuba, Meyer Lansky decide redoblar sus inversiones en la isla. Y en 1957, junto al presidente y dictador Fulgencio Batista construyen el Hotel Riviera, este había sido el mayor sueño de Lansky y ahora lo veía cumplido. El amigo más íntimo de Batista en la Mafia de Estados Unidos era Meyer Lansky. Ellos formaron una relación duradera por tres décadas. Durante su estadía en el Waldorf-Astoria en New York a finales de los años 40, ya habían consolidado una fuerte amistad, y Batista ofrecía a Lansky y a la Mafia el control de los Hipódromos y de los Casinos. Batista por su parte pretendía abrir a La Habana a las grandes apuestas, y aspiraba que su gobierno pudiera ganar, dólar por dólar, en función de todas las inversiones hoteleras realizadas. No obstante, con la Revolución Cubana triunfante en 1959, el gobierno expropió todos los casinos y hoteles, forzando a los inversionistas mafiosos a mover sus inversiones a otro lado.
@carlosjimenez2897
@carlosjimenez2897 2 месяца назад
Que nunca mato a nadie.¿ en los treinta fue miembro the murder inc.
@SOYELJEFE
@SOYELJEFE 2 года назад
Según la percepción popular estadounidense, la Cuba pre-revolucionaria era la isla del pecado y estaba sumida en los vicios del juego, la mafia y la prostitución. Varios prominentes intelectuales de Estados Unidos han compartido esa percepción. En 1969, cuando la realidad cubana había cambiado radicalmente, Susan Sontag, en un artículo de la revista Ramparts, describió a Cuba como “un país conocido principalmente por el baile, la música, las prostitutas, los tabacos, los abortos, los centros turísticos, y las películas pornográficas.”El dramaturgo Arthur Miller, basado en lo que le habían contado gente que había trabajado en la industria cinematográfica en la Isla, en un artículo para el semanario The Nation, en el 2004, describió a la sociedad bajo el Gobierno de Batista, como “irremediablemente corrupta, un lugar predilecto de la mafia, y un prostíbulo para los estadounidenses y otros extranjeros.” La mayoría de los cubanos hubiera admitido sin reserva alguna los males que Sontag y Miller habían señalado, pero no los hubieran visto como los problemas más representativos ni más urgentes del país. Las percepciones dominantes en los medios de difusión estadounidenses revelaban más la visión colonial del mundo - un aspecto de la cultura predominante en los Estados Unidos que ha prevalecido hasta ahora y no la realidad de Cuba. Juegos de azar Para los estadounidenses, el juego en Cuba se refería a los casinos. Estos se empezaron a desarrollar en la Isla en los 1920 con el crecimiento del turismo. Después de varios altibajos en las siguientes tres décadas, despegaron a mediados de los cincuenta, cuando Batista y sus socios, junto con los mafiosos estadounidenses, utilizaron los recursos de los bancos de desarrollo estatal y los fondos de pensiones sindicales para construir hoteles, con sus correspondientes casinos, como el Riviera, el Capri y el Havana Hilton (hoy Habana Libre). En el proceso, se enriquecieron lavando dinero, robándole a los inversionistas y traficando drogas. Si bien el mundo de los casinos en Cuba recibió amplia cobertura en los medios de Estados Unidos, jamás fue un tema importante en los medios de la Isla ni en la conciencia cubana. Aparte de los turistas estadounidenses, que eran los clientes principales de los casinos, solo un pequeño número de cubanos - blancos de clase alta y media alta - jugaban en esos lugares. El atuendo requerido por los casinos, así como el mínimo de las apuestas, excluía a la mayoría de los cubanos, aunque es cierto que un número relativamente pequeño, pero significativo, de cubanos se ganaba la vida trabajando en los casinos, y en los hoteles y cabarets donde generalmente estaban situados. Igualmente exagerada era la importancia económica que EE.UU. atribuía a los casinos y al turismo de la Isla. En 1956, un buen año para el turismo, el ingreso de ese sector fue solamente de 30 millones de dólares, a duras penas el 10 por ciento del monto de los ingresos de la industria azucarera en el mismo año. El rendimiento relativamente modesto del turismo se debió, en parte, al hecho de que el turismo internacional masivo, facilitado por la gran expansión de los aviones de propulsión a chorro, todavía no había comenzado. Mientras que en los años 50 entre 200 mil y 250 mil turistas visitaron a Cuba anualmente, un poco más de tres millones en el 2014, (y probablemente más aún en el 2015) visitaron la Isla. Los casinos de La Habana fueron saqueados inmediatamente después del derrocamiento de Batista el primero de enero de 1959. Para la gran mayoría de los cubanos, los casinos - así como los parquímetros que habían sido instalados en la capital unos meses antes de la Revolución - eran expresiones odiosas de la corrupción opresiva de Batista y sus secuaces. Pero como Rosalie Schwartz, una historiadora del turismo cubano, ha señalado, “el disgusto con los excesos del Gobierno ocurrió antes y era mucho mayor que la indignación con respecto a los casinos. Los revolucionarios acusaron a los secuaces de Batista de torturas y asesinatos - no de haber participado en el funcionamiento de los casinos - cuando fueron sometidos a juicio.” La mayoría de los cubanos no objetaban al juego en sí. Muchos de ellos ya habían estado metidos en el juego por mucho tiempo, aunque un tipo de juego muy diferente al de los casinos y su clientela de turistas y cubanos acomodados. Casino en la Havana. Foto: www.havana-unwrapped.com Cuba tenía una lotería nacional estatal que había existido desde los tiempos de la colonia española. Cada sábado por la tarde se celebraba un sorteo patrocinado por la Renta de la Lotería, una agencia gubernamental creada para dicho propósito. La Renta se había convertido en una fuente masiva de corrupción, aunque algunas organizaciones caritativas legítimas recibían fondos procedentes de los ingresos de la lotería. Inclusive los comunistas cubanos hicieron uso de esos fondos en la época en que controlaron el movimiento sindical durante su alianza con Batista del 1938 al 1944, construyeron una nueve sede sindical, en parte, con el dinero proveniente de la lotería que el Gobierno les había concedido. Los sorteos eran transmitidos por radio. En una mezcla peculiar de modernidad y Edad Media, el espectáculo semanal, que bien pudiera haber sido parte de una película de Luis Buñuel, presentaba a los niños huérfanos y abandonados criados por las monjas de la Casa de Beneficencia, anunciando los números de los varios premios con un canto distintivo, en una voz, tono y cadencia característica de la ocasión. Pero el hecho de que aun las fracciones más pequeñas de los billetes de la lotería estatal eran relativamente caras, estimuló el crecimiento de una lotería informal e ilegal, basada en los resultados de la lotería oficial, que aceptaba apuestas hasta de cinco centavos. Esa lotería ilegal, popularmente llamada “la bolita,” se convirtió en un gran negocio con sus propios capitalistas o “banqueros,” algunos de los cuales llegaron a ser bien conocidos. Los “banqueros” no pudieran haber sobrevivido sin sus numerosos agentes (“apuntadores”) en los barrios. Estos eran los equivalentes de los “numbers runners” en los Estados Unidos. Según el antropólogo Ulf Hannerz en su libro Soulside, el “numbers game” de los ghettos negros de Estados Unidos probablemente se originó en Cuba. No existía ninguna conexión entre los propietarios y administradores de los casinos y los “banqueros” que manejaban la bolita ilegal - excepto por el caso peculiar de Martin Fox, el propietario del cabaret y casino Tropicana, que había acumulado su capital inicial como “banquero” de la bolita, pero había dejado ese mundo atrás cuando se convirtió en el dueño del Tropicana a principios de los 50. Lo que los banqueros de la bolita y los dueños de los casinos sí tenían en común era que para funcionar ambos tenían que sobornar a altos funcionarios gubernamentales, así como a la policía. La “bolita” era principalmente un juego de gente pobre. Pero para muchos pobres, y aun para gente de clase media, la bolita también se convirtió en una manera de sobrevivir o por lo menos suplementar el ingreso de los “apuntadores”. Aun mis padres, comerciantes inmigrantes cuya dedicación obsesiva al trabajo y al ahorro no pudo haber estado más lejos de la mentalidad del jugador, participaban en la bolita. No lo hacían porque esperaban ganar algo, sino porque sus pequeñas apuestas semanales - siempre el mismo número - era una manera de ayudar a una señora pobre del barrio que trabajaba como apuntadora para sobrevivir.
@pingamuerta.8024
@pingamuerta.8024 Год назад
La verdad sobre Batista Fue un peón que instrumentó las políticas para la región, aconsejadas por sus mentores. Sus amos le brindaron sólido respaldo material y asesoría militar Mentir, mentir y mentir más. Esta es la línea de los medios de prensa anticubanos del sur de la Florida, al abordar el tema de la Isla, en cuanto a asuntos de la actualidad, pero también del pasado.Cadenas de televisión, emisoras de radio, portales y periódicos instalados allí cuentan desde hace años, entre sus directrices discursivas -aunque la matriz se ha intensificado notablemente durante las últimas semanas-, la reivindicación del tirano sanguinario Fulgencio Batista.A lo largo de enero y de febrero de 2022 se registró una congestión de artículos, comentarios y entrevistas con familiares del dictador o presuntos expertos en su «legado». Cuanto se ha dicho en tales espacios sobre este personaje terrorífico de la historia de Cuba es tan absurdo y mendaz, que roza el delirio.Cualquier vida de santo empequeñecería ante tamaña avalancha de falsedades tendentes a ennoblecer la abyecta figura. Pero para saber realmente quién fue Fulgencio Batista ni siquiera se precisa acudir a «la historia escrita por los comunistas». La verdad se encuentra recogida, incluso, en los propios medios occidentales, libros y declaraciones de altos funcionarios de Washington.Ese señor instauró en 1952 la dictadura más sangrienta y corrupta conocida en Cuba, solo con el precedente de la satrapía de Gerardo Machado en lo relativo al prontuario criminal.Conocido por su anterior labor al frente del país, tanto en razón de su pasado golpista como de sus fervores pro Washington -demostrados desde su alianza con el embajador Sumner Welles en 1933-, la asonada de 1952 contó con el total respaldo del Gobierno de EE. UU.Fue un peón que instrumentó las políticas para la región, aconsejadas por sus mentores. Sus amos le brindaron sólido respaldo material y asesoría militar, similar a como procedieron, años después, con el desgobierno de Pinochet, en Chile, tras el golpe a Salvador Allende.Las inversiones de EE. UU. alcanzarían los mil millones de dólares en Cuba a lo largo de su mandato. Las visitas del entonces vicepresidente, Richard Nixon, y la de Allan Dulles, director de la CIA, en 1955, sirvieron para fortalecer los programas económicos e ideológicos del imperio en la Isla.Dulles le planteó al tirano la inquietud de su Gobierno con la actividad comunista en Cuba, ante lo cual el dictador inauguró, en pocas semanas, el Buró de Represión de Actividades Comunistas (el temible BRAC).La «criatura», de conjunto con el no menos pavoroso Servicio de Inteligencia Militar (SIM), la Policía Nacional y el Ejército, hizo del país un estado policial, en cuyo vórtice las personas vivían en permanente zozobra y donde las desafecciones políticas se castigaban con la muerte, sin medias tintas.Mientras tanto, la mafia estadounidense hacía del negocio de la noche y del juego otro imperio en Cuba, llamada «el prostíbulo de América», tema sobre el cual han sido publicadas valiosas investigaciones.Contentos todos en el norte, bandidos incluidos, Batista tenía barra libre aquí. Así, prohijó a grandes asesinos de la historia de América Latina (Conrado Carratalá, Pilar García, los hermanos Salas Cañizares -Rafael, Juan y José María- y Esteban Ventura Novo) y a cohortes de criminales para defender su siniestra estructura política. Eran «hombres de bajos instintos, criminales natos, bestias portadoras de todos los atavismos ancestrales revestidas de forma humana», para decirlo con palabras de Fidel, quienes pusieron en vilo a la nación y, especialmente, a su juventud, la cual murió con los ojos sacados, sin uñas, reventados sus testículos o violada, en cuarteles, cunetas, descampados, ríos, mares. En su reino de «sangre y pillaje» -términos empleados por el periodista Enrique de la Osa-, la corrupción sobrepasó todos los estándares históricos de una nación ya entonces experta en el tema. Batista, por sí mismo, se subió el sueldo presidencial de 26 400 a 144 000 dólares, por arriba incluso que el del presidente de EE. UU., Truman, cuyo monto rondaba los 100 000. Sin embargo, gran parte de la población cubana estaba desempleada, al tiempo que la mayoría de los campesinos vivía en barracones con techo de guano y piso de tierra, desprovistos de servicios sanitarios o de agua corriente. En tanto, el 90 % no disponía de electricidad. Como recoge el profesor francés Salim Lamrani en su ensayo 50 verdades sobre la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba, el economista inglés Dudley Seers afirma que la situación en 1958 era intolerable: «en el campo, las condiciones sociales eran malísimas. Cerca de un tercio de la nación vivía en la suciedad (…) viviendo en barracones, normalmente sin electricidad ni letrinas, víctima de enfermedades parasitarias y no se beneficiaba de un servicio de salud. «Se le negaba la instrucción (sus hijos iban a la escuela un año como máximo). La situación de los precarios, instalados en barracas provisionales en las tierras colectivas, era particularmente difícil (…). Una importante proporción de la población urbana también era muy miserable».Arthur M. Schlesinger, Jr., asesor personal del presidente John F. Kennedy, escribió: «Me encantaba La Habana y me horrorizó la manera en que esta adorable ciudad se transformó desgraciadamente en un gran casino y prostíbulo para los hombres de negocios norteamericanos (…). Uno se preguntaba cómo los cubanos -viendo esta realidad- podían considerar a EE. UU. de otro modo que con odio». Esta fue la Cuba de miseria, sangre y terror impuesta por Batista, el presidente «beatífico» que ahora nos quieren vender desde la Florida. Solo pensar en pasado semejante redobla las fuerzas en la lucha, para no retroceder jamás hacia tan desolador escenario.
@siemprecondiazcanel8245
@siemprecondiazcanel8245 2 года назад
Trabajo Sexual Si bien el trabajo sexual fue relativamente común en la Cuba pre-revolucionaria de los 50, la opinión pública estadounidense le dio mucha más importancia de la que la gente le dio en Cuba, incluyendo los críticos más radicales del status quo económico y político de la Isla.Se calcula que hacia finales de los 50, había en La Habana 270 prostíbulos y 11 mil 500 mujeres que se ganaban la vida como trabajadoras sexuales. Comparado con las 40 mil trabajadoras sexuales que se calculan en Nueva York en 1977, la proporción de trabajadoras sexuales en La Habana de los 50, con una población de un millón de habitantes, era aproximadamente el doble de la de Nueva York con ocho millones de ciudadanos.Pero si se toma en cuenta la mayor pobreza y desempleo de la Isla, y la doble moral sexual orientada a preservar la virginidad de las jóvenes “decentes” - no de los hombres - hasta que contrajeran matrimonio, la diferencia entre las dos ciudades no es tan dramática. El trabajo sexual en La Habana atraía más atención que en Nueva York, no porque había más trabajadoras sexuales, sino porque estaban concentradas en ciertas áreas urbanas (en los barrios de Colón, San Isidro y la calle Pajarito, por ejemplo). El rol notable que el trabajo sexual jugó en la industria turística, así como la extravagancia de algunos de los sitios donde se ejercía ese trabajo, debe haber contribuido en gran parte a su visibilidad y a su mala fama.A pesar del gran número de mujeres involucradas en la industria sexual, muchas más mujeres trabajaban en otros sectores de la economía cubana donde también eran muy explotadas. Era mucho más probable que las pobres y desempleadas del campo - una fuente importante del reclutamiento para los prostíbulos de La Habana - acabaran como criadas en las casas de las clase alta y media de los pueblos y ciudades, que como prostitutas.La economía moral de los campesinos y obreros agrícolas, con sus nociones de dignidad y de autoridad paternal, junto con la influencia de los cultos y religiones populares, deben haber sido barreras muy poderosas contra el trabajo sexual.Según el censo nacional cubano de 1953 - el último censo antes de la victoria revolucionaria de 1959 - 87 mil 522 mujeres trabajaban como sirvientas domésticas, 77 mil 500 para un familiar sin paga, y 21 mil estaban totalmente desempleadas y buscando trabajo. Además, aproximadamente 83 por ciento de todas las empleadas trabajaban menos de 10 semanas al año, y solamente 14 porciento todo el año.Esas eran las realidades mucho más chocantes del desarrollo económico desigual inducido por el imperio del norte y por el capital cubano en la Isla. Pero la naturaleza del trabajo y los problemas de ser una trabajadora doméstica o una costurera, no eran tan titilantes y excitantes para el observador estadounidense, tanto de derecha como de izquierda, interesados en lo exótico y lo diferente de los cubanos.
@SOYELJEFE
@SOYELJEFE 5 лет назад
LA MAFIA EN CUBA ANTES DE FIDEL havanatimesenespanol.org/opinion/cuba-antes-de-la-revolucion/
@carlosrodriguez-vj3nr
@carlosrodriguez-vj3nr 4 года назад
SE ACABÓ LA DIVERSIÓN!! LLEGÓ EL COMANDANTE Y MANDÓ A PARAR..FIDEL ETERNO ..
@SOYELJEFE
@SOYELJEFE 4 года назад
Algunos datos de la Cuba que dejó el tirano Fulgencio Batista ru-vid.com/video/%D0%B2%D0%B8%D0%B4%D0%B5%D0%BE-jJqz7VE6X_I.html En 1958, el 8% de los propietarios poseían más del 70% de las tierras, incluidos los latifundistas yankis. Al triunfar, la Revolución encontró una deuda exterior ascendente a 788 millones de dólares. Una balanza comercial desfavorable con Estados Unidos que alcanzaba a 603,4 millones de dólares. Esta crisis permanente de la economía cubana se reflejaba en los 549 000 desocupados de una fuerza de trabajo calculada en dos millones 204 mil. Las cifras de desocupados son mayores si se contabilizan los desocupados transitoriamente, así como aquellos que desempeñaban trabajos ocasionales a destajo, como es el caso de cerca de 700 000 trabajadores eventuales azucareros que pasaban hambre y miseria durante el terrible “tiempo muerto”, al trabajar escasamente tres meses durante la zafra azucarera. En 1958, la población cubana ascendía a 6 millones 547 mil habitantes. El gasto público de la seguridad social de ese año fue de 114,7 millones (hoy, con las últimas decisiones, es de más de 4 500 millones). En 1958 prestaban servicios en la Salud Pública 8 209 trabajadores (ahora pasan de 500 000) y el gasto público, por concepto de Salud Pública, era de 22,7 millones de pesos (hoy, ese es el gasto de un municipio promedio). Un solo indicador: la tasa de mortalidad infantil era superior a 60 niños muertos por cada 1 000 nacidos vivos (ahora con casi el doble de población es de 5,3). La expectativa de vida no pasaba de 55 años (ahora, es de 77 en los hombres y 78 años en las mujeres). En 1958, había Tres millones de analfabetos y semianalfabetos, un tercio de los pobladores de entonces. La población mayor de 15 años tenía un nivel educacional promedio inferior a 3 grados. Solo el 15% de los jóvenes entre 15 y 19 años recibían algún tipo de educación. Más de 600 000 niños estaban sin escuelas. El gasto público por concepto de Educación era de 77 millones de pesos (eso es lo que gasta hoy un municipio promedio).
@vivodelalastimadelosbatist5491
@vivodelalastimadelosbatist5491 7 месяцев назад
Antes de 1959, el 85 % de los pequeños agricultores cubanos estaba pagando renta y vivía bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas. Las condiciones de vida del pueblo, en general, eran muy difíciles... Nos moríamos antes de ir por primera vez a la escuela, antes de habernos puesto alguna vez un par de zapatos, incluso antes de balbucear la palabra papá. Eso sí, nos bautizaban como Dios manda. El cura decía: «En el cielo, todos seremos iguales; no habrá ricos ni pobres».Eran tantas las bondades del paraíso; sobre todo tan atractivas sus prebendas para los más sufridos, que el viejo mío decía no entender por qué los ricos se aferraban como lapas a la buena vida. A veces también decía: «Caramba, se la pasan rezando por ganarse el comunismo del cielo; no sé por qué tanto lo combaten en la tierra». Por este y otros chistes cierta vez fue llevado preso al cuartel. El teniente lo miró ceñudo por sobre los espejuelos, y le dijo: «Chicho, tengo información de que anoche usted estaba hablando mal del gobierno».Mi padre, que cuando pillaba una paradoja o hilvanaba un chascarrillo jamás se los callaba, sin pensarlo dos veces, le dijo: «Mire, teniente, quizá la única noche que yo no he hablado mal del gobierno fue anoche». Y tuvo suerte. Quién sabe si porque al oficial le gustaban las décimas y las canturías como al viejo, o porque era un secreto a voces que ya Camilo y el Che estaban llegando a Las Villas, por esa vez libró.Pero no todos tuvieron la misma fortuna. Por ejemplo, apenas un año atrás, el único médico que en Taguasco atendía a los pobres sin cobrarles fue asesinado por los guardias cuando quiso curar a un revolucionario.Entonces nos quedamos con cierto doctor que cobraba cinco pesos por tan solo aplicar un estetoscopio en la espalda. Mi madre, que apenas cobraba uno por entallar un vestido, ahorraba medicinas «quitándonos el sol» con un vaso de agua en la cabeza, o curándonos el «empacho» con sobos de manteca caliente.En verdad, parecía bueno morirse y así viajar a un sitio donde jamás habría dolor ni hambre. Vivir de muerto allá arriba, oyendo música y viendo aventuras y películas como en casa de Pepe el boticario, dueño de la única tv que había en varios kilómetros a la redonda.Quién puede hablarme de dolores a mí, que siempre tuve mala dentadura: «Eso es por falta de calcio», dictaminaba mi madre, y, como no había leche, me daba de beber mucha agua de pozo. Dicen que aquel dolor me duró una semana, pero en el recuerdo estuve como un año dándome buches de agua con sal. Mi madre no lograba clientela para su máquina de coser, y el sacamuelas exigía tres pesos por extraer la pieza. No le puedo fiar, decía el dentista, y la vieja lo miraba en silencio. Un atronador silencio.Como cierto día empezaron a darles casas a los guajiros, por un lado, mejoré con respecto a mis primos. Por otro, sin embargo, estaba peor: por fin mis abuelos eran dueños de la tierra que tanto habían trabajado al 50 %, y acostumbrados como estaban a medio comer, de pronto les sobraba algo. Así que los fines de semana yo me iba hasta allá para acumular reservas. Aún no tenían luz eléctrica, pero estaba mi tío Miguel que era como la radio.Por las noches mis primos y yo nos íbamos a la punta de la loma para escuchar sus cuentos. Delante, a lo lejos, estaban las luces de Jatibonico; detrás, las de Taguasco. Mi tío decía que arriba no había paraíso alguno, sino que las estrellas eran luces de otros pueblos. Dibujaba calles y avenidas en las constelaciones, y cuando pasaba una estrella fugaz, decía: «Miren, ahí va un chofer borracho». Alguna vez también señaló vastas zonas oscuras del cielo, donde apenas titilaban estrellas opacas, y ensimismado nos dijo: «La mayoría son como nosotros: se alumbran con lámparas de keroseno».Mi abuelo pensaba que esos cuentos no eran buenos para los niños. Con el reproche en los ojos, miró a Miguel y le dijo: «Veremos a quién le pides cuando no llueva y las vacas sean puros huesos». Lo mismo que mi padre, tío Miguel también tenía el don de cazar dichos y paradojas; pero a veces estas se le dormían en la lengua. Luego, cuando el abuelo se fue, nos dijo: No se preocupen, por estas tierras quien estaba era el diablo, y ha tenido que irse echando.Un día llegaron unos buldóceres y represaron el arroyo. Luego apareció un camión con una caja grande y, dentro de ella, había una turbina de petróleo. Nosotros nos quedamos lelos mirando aquel aparato enorme que serviría para llover justo cuando no tocaba. El abuelo elevó las manos y dijo: «Hay que prender una vela». A tío Miguel le brillaron los ojos, pero otra vez mordió su lengua, y finalmente nos quedamos sin saber qué hubiera dicho.De repente mi abuela sacudió la escoba de palmiche y apuntando hacia el platanal nos ordenó: «Arriba muchachos, vayan a coger un par de gallinas y luego corten un racimo de plátanos. Vamos a hacerles un buen almuerzo a los mecánicos».
@SOYELJEFE
@SOYELJEFE 2 года назад
Trabajo Sexual Si bien el trabajo sexual fue relativamente común en la Cuba pre-revolucionaria de los 50, la opinión pública estadounidense le dio mucha más importancia de la que la gente le dio en Cuba, incluyendo los críticos más radicales del status quo económico y político de la Isla. Se calcula que hacia finales de los 50, había en La Habana 270 prostíbulos y 11 mil 500 mujeres que se ganaban la vida como trabajadoras sexuales. Comparado con las 40 mil trabajadoras sexuales que se calculan en Nueva York en 1977, la proporción de trabajadoras sexuales en La Habana de los 50, con una población de un millón de habitantes, era aproximadamente el doble de la de Nueva York con ocho millones de ciudadanos. Pero si se toma en cuenta la mayor pobreza y desempleo de la Isla, y la doble moral sexual orientada a preservar la virginidad de las jóvenes “decentes” - no de los hombres - hasta que contrajeran matrimonio, la diferencia entre las dos ciudades no es tan dramática. El trabajo sexual en La Habana atraía más atención que en Nueva York, no porque había más trabajadoras sexuales, sino porque estaban concentradas en ciertas áreas urbanas (en los barrios de Colón, San Isidro y la calle Pajarito, por ejemplo). El rol notable que el trabajo sexual jugó en la industria turística, así como la extravagancia de algunos de los sitios donde se ejercía ese trabajo, debe haber contribuido en gran parte a su visibilidad y a su mala fama. A pesar del gran número de mujeres involucradas en la industria sexual, muchas más mujeres trabajaban en otros sectores de la economía cubana donde también eran muy explotadas. Era mucho más probable que las pobres y desempleadas del campo - una fuente importante del reclutamiento para los prostíbulos de La Habana - acabaran como criadas en las casas de las clase alta y media de los pueblos y ciudades, que como prostitutas. La economía moral de los campesinos y obreros agrícolas, con sus nociones de dignidad y de autoridad paternal, junto con la influencia de los cultos y religiones populares, deben haber sido barreras muy poderosas contra el trabajo sexual. Según el censo nacional cubano de 1953 - el último censo antes de la victoria revolucionaria de 1959 - 87 mil 522 mujeres trabajaban como sirvientas domésticas, 77 mil 500 para un familiar sin paga, y 21 mil estaban totalmente desempleadas y buscando trabajo. Además, aproximadamente 83 por ciento de todas las empleadas trabajaban menos de 10 semanas al año, y solamente 14 porciento todo el año. Esas eran las realidades mucho más chocantes del desarrollo económico desigual inducido por el imperio del norte y por el capital cubano en la Isla. Pero la naturaleza del trabajo y los problemas de ser una trabajadora doméstica o una costurera, no eran tan titilantes y excitantes para el observador estadounidense, tanto de derecha como de izquierda, interesados en lo exótico y lo diferente de los cubanos.
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