En Colombia necesitamos por lo menos, por lo menos, unas 5 millones de personas que se atrevan a pensar como WILLIAM OSPINA para que este país pueda cambiar algún día
QUE BONITO SABER QUE NO ESTAMOS SOLOS EN ESTO,QUE CONTAMOS CON PERSONAJES TAN impresionante,sabedores y luchadores y tambien muy valientes. gracias señores escritores.mis admiraciones y mi apoyo tital.
Quien iba a pensar que Fajardo era más uribista que Andrés Felipe Arias...2020, cuatro meses de cuarentena, no sé dió el milagrito en 2018, pero vamos aprendiendo en quien no confiar
Los ciudadanos son los que eligen a esos representantes de la política, entonces la educación es la clave. Ala hora de responsabilizar a lo que ha pasado en el pais es la falta de educacion , teniendo ello la situacion cambia.
Con todo respeto, no parecen haberle dedicado una mirada sin prejuicios al Miraismo, una expresión que nace de los profundos anhelos de participar y de construir país y comunidad desde el seno mismo de la sociedad, sin matricularse en las ideologías en disputa pero con una gran confianza en el ser humano de ser el protagonista y el artífice de su presente y de su futuro sobre la base de mejorar permanente como persona , y a partir de allí construir ciudadanos solidarios que toman en serio su derecho y y deber de participar. Dice con gran clarividencia que hace cinco siglos llegó la contrarreforma y que ahora ahora está llegando la reforma, la verdadera precursora de la modernidad. Él Miraismo está construyendo los ciudadanos que son fundamento para esa modernidad que tan bien caracteriza Ospina, sobre principios y valores que tienen muy claros en su práctica. Ojalá que William Ospina analizará el Miraismo con su forma desprevenida y desde su lungimiranza y visión de presente y de futuro, porque con toda seguridad descubrirá que hay una veta de esperanza para Colombia los los caminos menos transitados.
@@mabegri me da mucha pena su adoctrinamiento pero lo peor que podemso hacer es ahora pasar de una secta virtual a una secta religiosa, eso seria solo formalizar o darle caracter sagrado a los problemas que ya tenemos.