Un soldado se santigua, otro mantiene fija la mirada en el casco de su compañero. Ninguno habla. La calma antes de la acción. Son parte del grupo de militares de la Brigada Paracaidista (BRIPAC) del Ejército de Tierra al que acompaño. Todos aguardan en la zona de carga de un helicóptero Chinook de las Famet, con el paracaídas a la espalda y el equipo colgando de la cintura. En menos de un minuto saltarán desde 500 metros de altura.
Es verdad que, en cada salto, San Miguel Arcángel, su patrón, vela por ellos, y que los paracaidistas guardan en su mochila una segunda vida, la del paracaídas de emergencia, pero no siempre funciona.
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31 мар 2020