"Hay un momento que la ciudad se vuelve loca con los herejes, y empiezan a echar tantos herejes al desierto, que llega el instante que hay más gente fuera" 😅
Por un lado me da pena que haya que explicar quién es Soto, pero merece la pena que lo conozcan!! Y ojalá siente cátedra y la juventud empiece a pesar!!
Cuanto más viejo te haces menos te importa lo piense la gente, y que el precio por la libertad sea la soledad, al contrario, la deseas, porque más que un castigo es una liberación. Sólo discrepo en una cosa con Juan, y es que no hay cobarde bueno, porque el que es cobarde tarde o temprano será un traidor. Prefiero al enemigo declarado que al amigo cobarde, al menos el primero no te va a pillar desprevenido.
El tipo que interviene en el minuto 59 está demasiado preocupado por parecer inteligente, pero como ni siquiera sabe expresarse resulta ridículamente pedante e insufrible. En evidencia lo deja Juan, brillante, al denunciar el fraude.
Soto Ivars es un grande pero le tengo que corregir una cosa: La Inquisición nace en el s. XIII y la imprenta en el XV, "ergo" la primera no es consecuencia de la segunda. En cualquier caso siempre disfruto mucho escuchándole.
Cuando cualquier persona aleatoria puede ser, de este modo, jueza, verdugo, delatora y/o sospechosa, dejamos de ser libres para la acción política. De este modo, en la esclavitud del panóptico, las conciencias se cierran y se repliegan en sí mismas por miedo a ser señaladas por su prójimo. En otras palabras, es el fin de la pluralidad y de la acción, como ámbito de la libertad y de lo que nos hace humanos. Sin diálogo, la comunidad política es inviable e inevitablemente reemplazada por el autoritarismo y el totalitarismo; en este caso concreto, el de pequeña escala: los cortijos y las sectas. La inocente apertura al diálogo libre, sin tapujos, fue la rendija por la cual Saavedra pudo escapar de su sesgo de confirmación y relación con su militancia neonazi, conocer(se) y ser algo más libre. Mientras solo estemos dispuestos a dialogar en pequeños grupúsculos, la acción política no será realmente plural ni libre. Para ello, como decía Arendt, hace falta valor: «[…] el valor se convirtió en la virtud política por excelencia, y solo esos hombres que lo poseían eran admitidos en una asociación que era política en contenido y propósito y de ahí que superara la simple unión impuesta a todos (…) por los apremios de la vida». Arendt, si bien admite que la ciudadanía sostenga opiniones diversas y cambiantes, frente a la verdad filosófica que aspira a ser única, éstas no deben basarse en una substitución de la realidad. El problema que tenemos actualmente con este «límite factual del lenguaje público» es que la frontera entre la verdad y la mentira han quedado difuminadas en una posverdad promovida desde toda clase de medios de comunicación. Lo que se está consiguiendo con ello es que nos volvamos de gatillo fácil a la hora de «bloquear» -tanto digital como metafóricamente y en presencia física- para «tener la fiesta en paz». Puede que aquí nos toque hacer un esfuerzo y mantener la presunción inocencia lo máximo posible, quizá desde la banalidad del bien que propone Alba Rico, pero sin llegar a tolerar la intolerancia. ¿Hemos desistido en nuestra búsqueda de la verdad por agotamiento o por comodidad? No lo sé, pero el hecho de que la verdad ya no nos importe y que cualquier (pre)juicio pueda ser igualmente válido, nos avoca a la banalidad del mal. Los linchadores no buscan dialogar ni llegar a comprender el enfoque de su víctima; incluso, estoy bastante convencido de que escogen no conocer para así evitar someterse a la contradicción moral. Siempre es más fácil aferrarse a un relato vacío que apoye la mayoría y articule un sentido en común, sobre todo, cuando está en juego tu pertenencia al grupo. Bajo la disculpa del «yo soy neutral, pero no quiero líos» o «a mí, Fulano no me ha hecho nada, pero por sororidad…», todos se unen al linchamiento o aprueban la ejecución/expulsión de quien tuvo el valor de exponer su opinión (aquí también se confunde, quizá por pereza, el «ser» con el «estar», entendido como pensar algo en un momento dado). No puedo evitar relacionarlo -obviamente a un nivel totalmente diferente de violencia y crueldad- con el caso de Eichmann cuando insistía en que él no había matado a nadie y que solo seguía órdenes. Llegados a este punto, me planteo: ¿hasta qué punto podemos escoger afrontar o no la contradicción? ¿Tenía Eichmann realmente la capacidad para cuestionarse e involucrarse de otro modo? Desde mi punto de vista, el mal radical no existe y todas las formas de maldad son banales o, en otras palabras, son expresiones de nuestra ignorancia. Lo que está aquí en debate es si somos libres de escoger esa ignorancia o no. De un lado, me parece evidente que cuanto mayor sea la exposición de nuestra consciencia a la pluralidad, más conoceremos tanto el mundo que habitamos como a nosotros mismos. De este modo, el conocimiento dialéctico que surge de un diálogo seguro, sin miedo a represalias, nos hace más libres. Por otro lado, antes hablé del problema de la sobreexposición a una pluralidad posverdadera y sin límites factuales. Aquí, el pensamiento crítico es crucial para navegar dicha pluralidad, pero ¿somos realmente libres de disponer de tal pensamiento crítico? Puede que mi respuesta sea pesimista, pero sinceramente me parece imposible no permanecer ignorantes siempre en ciertas áreas ni tampoco creo que podamos escoger pensar críticamente. Por todo ello, en mi opinión, el mal banal será siempre algo inherente a los seres humanos; lo único que podemos hacer es tratar de reducirlo todo lo que podamos. No solo eso, sino que creo que esta perspectiva es la única vía para poder perdonar, pasar página y seguir trabajando en mejorar algo estando, como no puede ser de otro modo, abiertos al diálogo.
Mi persona es menos joven en su versión física. ..ya meso canas en los huevos .. Mi carácter es extemporáneo. ... Mi padre me repitió ciclicamente que sólo había que tenerle miedo a tener miedo... Y el miedo es libre...dicen los hombres libres... El miedo es inherente a la existencia. Así es que. ..no olvidéis que laprincipal virtud del valiente es la prudencia. Sois un soplo de aire fresco. Amor...humor...Y respeto.
Svetlana Alexiévich no es rusa, es bielorrusa. Tras residir en Berlín unos años, ha vuelto a su país y vive en Minsk, donde tiene su residencia estable. Siento que la realidad no se adecúe a los intereses ideológicos de Soto Ivars.
Evidentemente, en el siglo XV y sobre todo en el xvi la Inquisición funcionó a más velocidad y más efectividad que en la edad media. Se refiere a eso, en otros textos ya lo dice