Desde su llegada a Viena, el 4 de junio de 1789, Mozart se dedica a la composición de las obras que le han sido encargadas por el rey de Prusia. Pero, de las seis sonatas para piano, no hará más que una (en julio), y de los seis cuartetos no compondrá más que tres, el primero en el mes de junio y los otros dos en 1790. En los autógrafos de esos cuartetos no hay ninguna dedicatoria, y serán publicados de la forma más miserable algunos días después de su muerte. ¿Supone eso decir que hace de mala gana el trabajo? A decir verdad hay algo tenso en esos tres cuartetos llamados “prusianos”. Pero ¿se explica simplemente por un encargo que le resulta pesado? La sonata para piano no tiene ese carácter. Por eso hemos de buscar los motivos de esa tensión en algo más profundo: la música para cuerdas solas (hablamos de los cuartetos y de los quintetos), siempre ha sido, desde 1782, un lugar de reflexiones graves, incluso angustiadas a menudo, y los momentos de distensión son en ellas relativamente raros. En mayo de 1787, el Quinteto en sol menor y, más recientemente, en junio de 1788, el Cuarteto-preludio en do menor sondaban abismos de ansiedad. Como dijimos, para Mozart se trataba de música de laboratorio, escrita para él solo y a la que confiaba sus preocupaciones más profundas y sombrías. Desde este punto de vista, ¿marcan los tres últimos un cambio de orientación? Según A. Einstein, “he allí tres obras nacidas bajo una impresión de fastidio moral espantoso, y, sin embargo, las tres se alzan hasta las esferas de la felicidad más pura” (pág. 227). Por nuestra parte no llegaremos tan lejos. Cierto que, desde el ángulo de la escritura, se trata de obras maestras, sobre todo porque el autor (de modo especial en los finales) se entrega a búsquedas nuevas y felicísimas de lenguaje. Pero, desde el punto de vista de los ethos, nos parece que carezcan de ese calor, tan sobrecogedor, de los seis cuartetos de Haydn. A partir de finales de 1790, son los quintetos para cuerdas-los dos últimos- los que tomarán, a este respecto, el relevo.