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La selección nacional jugaba contra los locales y el partido iba empatado 0 a 0 y muy parejo. En el minuto 33 el capitán argentino, Antonio Rattín, fue expulsado por ser malinterpretado al solicitar un intérprete para comprender al árbitro alemán, de cuestionado desempeño.
Desde el vamos estaban mal paridos los cuartos de final de aquella Copa del Mundo. Se jugaban a la misma hora Alemania-Uruguay y Argentina-Inglaterra. Cuando los países americanos llegaron al sorteo de árbitros estos ya habían sido seleccionados. Dirigirían el inglés James Finney y el alemán Rudolf Kreitlein respectivamente.
Como narra Eduardo Cantaro en su libro “Historias Mundiales”, en el minuto 33 del encuentro entre los locales y la selección argentina, “Kreitlein cobró una falta de Roberto Perfumo, lo que hizo que el zaguero le proteste al árbitro y el alemán anotó un nuevo nombre argentino en su libreta”. Vale aclarar que no existían las tarjetas roja y amarilla entonces, y este partido fue un antes y un después en ese sentido. “Antonio Rattín”, continúa Cantaro, “asumió el rol protagónico y mostrándole la cinta de capitán pidió un intérprete al árbitro que lo miró y, sin entender una palabra de castellano, decidió que el jugador le había hecho un corte de mangas (luego declaró que Rattín lo miró con mala intención) y lo expulsó. Ahí comenzaron los primeros empujones y algunos jugadores argentinos querían retirarse de la cancha mientras Rattín se negaba a irse”.
El encuentro estuvo suspendido por 10 minutos por disturbios entre los jugadores argentinos y el árbitro y luego el capitán, mientras era retirado del campo de juego por la policía, mostró su indignación. “El jugador argentino gesticulaba contra los hinchas ingleses y les mostraba su camiseta. Al pasar por un vértice de la cancha estrujó el banderín de un córner (una bandera británica) y el público terminó de enloquecer arrojando todo tipo de cosas”, relata Cantaro.
Inglaterra ganó uno a cero aquel partido en que el técnico de su selección impidió a los jugadores intercambiar camisetas con los argentinos.
El inglés presidente de la FIFA, Stanley Rous, aprovechó los hechos de aquel partido para multar al seleccionado albiceleste con la máxima sanción monetaria permitida, 1000 francos suizos. Y si no pudo excluir a la Argentina de los siguientes mundiales, fue únicamente porque encontró una fuerte oposición en el resto de las delegaciones latinoamericanas y algunas europeas.
21 мар 2015