Bueno, es solo un toque del chef. Sé que da curiosidad probarlo con agua de rosas, pero te puede servir un poco de vainilla, nuez moscada... por decir algunas variaciones para dar un punto diferente
Los juegos de rol de los cocineros. Pietro Sorba. Era previsible. Quizás inevitable. Y finalmente se dio. Los cocineros superaron nuevas barreras. Me parece bien. Tienen todo el derecho de evolucionar hacia etapas de renovación. Ya no se trata del objetivo primario. Al contrario, la sensación es que algunos cocinen cada día menos, optando cada día más por otros asuntos. No se trata de una tendencia nacional. Es algo que trasciende las fronteras. Un río que desborda y que inunda todo lo que encuentra en su camino. No se sabe hasta dónde. Los nuevos cocineros, supuestos avanzados en materia mediática, no siguen el modelo de observar celosamente todas las reglas de limpieza como la pulcritud, el aseo personal, las uñas cortas y limpias, estar afeitado y correctamente pelado, etc. Hay que mostrar cocineros más divertidos. Vamos a analizar algunas de estas categorías de new age cooks. ¡Que alegría y que espectáculo! Se puede empezar por ejemplo con el cocinero/a ciclista. ¿O no sabían que el mundo está lleno de cocineros ciclistas? Pero, ¿se puede pedalear y cocinar? ¿Y el uniforme o ropa de trabajo? Nooo, mejor recorrer y pasarlo bien. Mirar el sol. Sentir el aire que te acaricia la cara y sonreír feliz. ¡Lindo, emocionante, casi enternece! Que puedan lucirse exhibiendo alguna florecita de campo recién cosechada, cebollitas de verdeo o unos rabanitos. Quedan lindos. Inspiran ternura. Que luzcan quizás un collar de flores al estilo polinesio para que el cocinero/a ciclista pueda potenciar la onda de amor y paz que se intenta mostrar. Pasamos a otro caso interesante. El cocinero ermitaño. Se presenta con una cortina usada o con una tela que imita un mezzaro italiano. Infaltable el gorro estilo clochard. A veces, el viento muestra en toda su crudeza el estado de su desaliñada y pobre cabellera. No se mueve. Las herramientas del cocinero ermitaño son humildes como él: 1.- sus manos; 2.- un trapo usado; 3.- una espátula para emplastecer una pared transformada en una espátula de cocina; 4.- algunas palanganas usadas que encontró durante sus vagabundeos diarios (en compañía del inseparable carrito) en el depósito de materiales en desuso de alguna clínica de urología; 5.- un humilde braserito y una chapa usados que se pueden calentar gracias a las cajas de fruta y verdura desarmadas y almacenadas en el interior del carrito; 6.- una bolsa con papas, huevos y harina;7.- un bidón de 5 litros de agua de lluvia para poder amasar la harina y elaborar pan casero a la chapa; 8.- una navaja; 9.- unos botes para hacer las mezclas. En fin, como se podrá intuir, las virtudes del cocinero de aspecto descuidado y desaliñado son muchas. Prefiere la libertad. Por eso, lo encontramos tanto en la gran ciudad (en la calle, en los mercados) como en algún ámbito natural. Otro gran descubrimiento de los últimos tiempos es el cocinero doble de riesgo. Los estudios hechos en el túnel del viento de Ferrari le prohíben usar el gorro de cocinero para no perder velocidad. Se viste con una camiseta y zapatillas a la moda. Nos muestra, dejándonos boquiabiertos, sus habilidades llegada la hora de manejar motos de agua, automóviles de carrera y de colección. A veces, es paracaidista o parapentista. Practica deportes náuticos. ¿Pero, con todo este ajetreo, tendrá tiempo para cocinar? Claro que sí, ya que sus tiempos son los de la Fórmula 1. El hombre jura que puede preparar platos de puta madre en 3, repito, 3 minutos. No se cómo lo logra. Pero dice convencido mirando a la cámara y mostrando tres dedos. Los cocineros viajeros, sin ánimo de buscar el pelo en el huevo, pero si viajan tanto, ¿cuándo cocinan? El cocinero viajero, normalmente, llega a los lugares elegidos sabiendo poco o nada del ámbito en el cual se encuentra. Normalmente, confía ciegamente en el trabajo de producción previo realizado por su equipo. A veces, la cosa funciona. Otras no, como en el caso de la visita en Argentina del celebrado Anthony Bourdain. Un bochorno que no admite discusión. El hombre fue a la Villa 31 a comer cabezas de cordero guisadas. Tenía que mostrar al mundo nuestra cocina típica. El cocinero viajero tiene la virtud de reunir a varias tipologías de cocineros. Obviamente, no cocina y tampoco usa uniforme. El cocinero humorista, el cocinero monologuista, el cocinero catequista, el cocinero corredor, el cocinero fritanga, el cocinero torero, etc. Una de las grandes preguntas que nacen desde esta situación es cuál es el modelo que decenas de miles aspirantes a cocineros que frecuentan las escuelas de gastronomía, qué modelo imaginan para su futuro. ¿Creen que la cocina sea la que representan todas estas categorías de nuevos pseudococineros? ¿Saben que cocinar significa trabajar 12-14 horas diarias, 6 días por semana, parados y sin descanso? ¿Fueron alguna vez a una cocina de verdad? ¿Saben que un cocinero de verdad a los 40-50 años empieza a tener varices grandes como racimos de uva, tiene que ponerse medias de compresión, que los tendones de sus hombros y sus muñecas se inflaman, que tiene altas probabilidades de sufrir de artritis y artrosis y otras patologías típicas de la profesión? ¿Saben que necesitarán una pareja paciente e inteligente que sepa aguantar sus horarios, sus faltas de vacaciones y el olor rancio de su ropa de trabajo? ¿Saben que las amplias superficies y equipamiento de las cocinas y de los restaurantes que se muestran en los programas de televisión representan una pequeña parte de la realidad? ¿Y que la mayoría de los restaurantes tienen cocinas pequeñas, poco equipadas, sin aire acondicionado, etc? Estos son los dos mundos de la cocina que se contraponen. El mundo de la cocina de los juegos de rol virtuales y el mundo de la cocina real, donde se trabaja en serio y donde no hay tiempo ni lugar para los juegos.
