Don Giovanni le canta una serenata a una criada de Doña Elvira con palabras tiernas y embaucadoras, entonadas con el suave balanceo del 6/8. El acompañamiento se limita a una mandolina y a unos acordes mínimos de las cuerdas, dejando la línea melódica casi desnuda. Mozart elige la ausencia de artificio y el trazo musical más puro para materializar la impostura.
Si hay un momento, antes de la valerosa confrontación final con la estatua, en el que percibimos que las continuas artimañas de Don Giovanni tienen un fondo de autenticidad, es este. Sabemos que forma parte de su estrategia de seductor, pero algo nos dice que bajo el engaño y el disfraz late un anhelo profundo, una verdad: la verdad del fingidor.
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7 сен 2024