🔷 Nos vamos a la temporada DTM 1994. Alfa Corse entonces, bajo el mando del grandioso Giorgio Pianta, ya se veía como la propia reencarnación de la Autodelta de Carlo Chiti. Ahora para esta temporada 94, tenía disponibles hasta cuatro chasis 155 V6 TI para mantener el merecidísimo título conquistado durante la temporada 1993.
🔶 Esta victoria, es a menudo recordada por todos los aficionados. Pero lo que no se dice tan a menudo, es que la escuadra italiana habría hecho un doblete, si Mercedes y uno de sus pilotos, no hubieran jugado una de las cartas más vulgares que se han visto en la historia de la DTM. El juego sucio. Y esta es una acción que para mi personalmente, siempre empañara la trayectoria de la firma alemana, y por su puesto del infame piloto Roland Asch.
🔷 Para la cita que nos ocupa, 1994, AMG Mercedes ya tenía listos sus nuevos Clase C W202, que eran vehículos que se habían presentado como auténticos escaparates tecnológicos. Habían llevado a estos nuevos turismos un poco más allá, con soluciones técnicas que, a pesar de sobrepasar los límites de la normativa, siempre salían impunes tras las inspecciones, acogiéndose a vacíos legales y bla bla. Eran alemanes en una serie alemana. Blanco y en botella. Llegó el punto en el que Alfa Romeo dejó incluso de hacer objeciones, ya que no servían para nada.
🔶 Un ejemplo claro fue el lastre móvil, una técnica a la que recurrieron los alemanes, colocando éste sobre unos raíles, que, dependiendo de la aceleración o desaceleración, cambiaba de posición para mejorar la distribución de pesos en cada momento. Las autoridades del DTM nunca comprobaron, o no quisieron comprobar esto, ya que los coches se revisaban siempre en parado. Estábamos en un punto donde estos turismos eran prácticamente Fórmula 1 carrozados.
26 авг 2023